30/10/2018, 15:10
«¿Anguilas eléctricas?» Datsue nunca había sido el mejor en las clases de Fauna, naturaleza, y como un ninja debe sacar ventaja de ello, pero tenía toda la pinta que el bandido había tenido la mala suerte de caer de lleno en un nido de ellas. «Que me cuelguen si lo veía venir…» ¿Acaso Akasha era una superdotada? ¿Tan inteligente y perspicaz que había previsto aquellos acontecimientos?
No lo sabía, pero tenía que andarse con mucho ojo.
—Demonios. No voy a poder entrar a ninguna villa con esta ropa. E-Es decir, se van a asustar y empezarán a interrogarme. No podré decir que fue el periodo porque tengo sangre hasta en el cabello... Pero el periodo también es raro y te mancha hasta donde no te imaginas. ¡Aaayy no! ¿¡Qué estoy diciendo!?
«Izanagi, dame fuerzas y no me dejes caer en la espiral de locura de tu esposa». Akasha rio, y el Uchiha la imitó, más por compromiso y por lo incómodo de la situación que porque le hubiese hecho gracia. Akasha continuó hablando, desviando el tema de un lado para otro hasta que finalmente se centró en responder su pregunta: no, no se había llevado golpe alguno en la cabeza.
La kunoichi se acercó a él, y tras preguntarle si estaba bien trató de colocar el dorso de la mano en la frente suya, como queriendo saber si tenía fiebre. El Uchiha se inclinó hacia atrás de forma instintiva, retrocediendo un par de pasos antes de que llegase a tocarle.
—Sí, sí. Estoy bien —respondió rápidamente.
Akasha era como una tormenta. Un viento huracanado que iba de un lado para otro, sin dar tregua. Bien podía estar hablando más para sí misma, como preocuparse por Datsue, como de pronto fijar su atención en unos sacos que había en el suelo. Salió corriendo y los abrió, descubriendo ropa, comida y…
—¡Joyas...!
—¿¿¡¡Cómo!!?? —Al Uchiha se le iluminaron los ojos de pronto. Y no, no era por el Sharingan, sino por algo mucho más ancestral, antiguo y poderoso: la avaricia.
—¿Quieres? Porque si no quieres me lo como yo todo.
Datsue miró la bandeja de comida con una mueca de asco.
—No… Gracias. Oye… Esto… Bueno, ya que te salvé la vida y esas cosas… y estás tan hambrienta… —carraspeó—. Pues, vaya, yo creo que lo mejor sería que tú te quedases con toda la comida, y yo con las joyas y el dinero. Es lo más justo y lo más lógico, ¿no te parece?
Sí, sí. ¡Lo más justo! Le acababa de salvar la vida, después de todo. Un héroe se merecía su recompensa.
No lo sabía, pero tenía que andarse con mucho ojo.
—Demonios. No voy a poder entrar a ninguna villa con esta ropa. E-Es decir, se van a asustar y empezarán a interrogarme. No podré decir que fue el periodo porque tengo sangre hasta en el cabello... Pero el periodo también es raro y te mancha hasta donde no te imaginas. ¡Aaayy no! ¿¡Qué estoy diciendo!?
«Izanagi, dame fuerzas y no me dejes caer en la espiral de locura de tu esposa». Akasha rio, y el Uchiha la imitó, más por compromiso y por lo incómodo de la situación que porque le hubiese hecho gracia. Akasha continuó hablando, desviando el tema de un lado para otro hasta que finalmente se centró en responder su pregunta: no, no se había llevado golpe alguno en la cabeza.
La kunoichi se acercó a él, y tras preguntarle si estaba bien trató de colocar el dorso de la mano en la frente suya, como queriendo saber si tenía fiebre. El Uchiha se inclinó hacia atrás de forma instintiva, retrocediendo un par de pasos antes de que llegase a tocarle.
—Sí, sí. Estoy bien —respondió rápidamente.
Akasha era como una tormenta. Un viento huracanado que iba de un lado para otro, sin dar tregua. Bien podía estar hablando más para sí misma, como preocuparse por Datsue, como de pronto fijar su atención en unos sacos que había en el suelo. Salió corriendo y los abrió, descubriendo ropa, comida y…
—¡Joyas...!
—¿¿¡¡Cómo!!?? —Al Uchiha se le iluminaron los ojos de pronto. Y no, no era por el Sharingan, sino por algo mucho más ancestral, antiguo y poderoso: la avaricia.
—¿Quieres? Porque si no quieres me lo como yo todo.
Datsue miró la bandeja de comida con una mueca de asco.
—No… Gracias. Oye… Esto… Bueno, ya que te salvé la vida y esas cosas… y estás tan hambrienta… —carraspeó—. Pues, vaya, yo creo que lo mejor sería que tú te quedases con toda la comida, y yo con las joyas y el dinero. Es lo más justo y lo más lógico, ¿no te parece?
Sí, sí. ¡Lo más justo! Le acababa de salvar la vida, después de todo. Un héroe se merecía su recompensa.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado