3/11/2018, 13:39
—Buena suerte, Daigo-kun. Esperaré noticias tuyas —se despidió Kenzou, no sin antes darle otro sorbo a su ardiente, ardiente, ardiente taza de té.
Daigo se levantó, reverenció a su líder y se marchó del despacho. Le recibió el estrecho pasillo de la última planta del dojo. Las escaleras esperaban frustradas sabiendo que nada podrían hacer para recibir la suela de los zapatos de alguien una vez más.
Daigo se levantó, reverenció a su líder y se marchó del despacho. Le recibió el estrecho pasillo de la última planta del dojo. Las escaleras esperaban frustradas sabiendo que nada podrían hacer para recibir la suela de los zapatos de alguien una vez más.