4/11/2018, 00:52
Lejos de abandonar la escena como la tan atenta Kuroyuki le había solicitado, el extraño de Kusagakure preguntó. De forma demasiado curiosa. Sospechaba lo que estaba por venir, como se temía. La mujer chasqueó la lengua, molesta, y sin embargo no apartó la atención ni la mirada de la muchacha del antifaz, que a su vez le negó que fuese Ayame de forma tan tajante como lamentable. Sólo era una niña jugando a los espías.
Kuroyuki avanzó un par de pasos más mientras su mano derecha formulaba, de forma extremadamente rápida, una cadena larga de sellos. El suelo alrededor de sus pies se escarchó con una sustancia gris, y el ambiente perdió saturación, haciendo que los colores pareciesen más apagados. Daigo y Ayame expulsaron vaho de sus bocas y comenzaron a tiritar.
—¡Shinobi de Kusagakure! Si aprecias tu vida, te marcharás. Es mi último aviso —dijo—. Aotsuki Ayame, libera lo que no es tuyo.
El mismo brazo que había formulado la cadena de sellos fue extendido en horizontal hacia fuera, y de la mano creció una Uchigatana de color azul pálido, cristalizada con el vapor de agua del ambiente, que se convirtió en hielo.
En hielo negro.
»Si no te resistes, esto será más fácil para todos.
Kuroyuki avanzó un par de pasos más mientras su mano derecha formulaba, de forma extremadamente rápida, una cadena larga de sellos. El suelo alrededor de sus pies se escarchó con una sustancia gris, y el ambiente perdió saturación, haciendo que los colores pareciesen más apagados. Daigo y Ayame expulsaron vaho de sus bocas y comenzaron a tiritar.
—¡Shinobi de Kusagakure! Si aprecias tu vida, te marcharás. Es mi último aviso —dijo—. Aotsuki Ayame, libera lo que no es tuyo.
El mismo brazo que había formulado la cadena de sellos fue extendido en horizontal hacia fuera, y de la mano creció una Uchigatana de color azul pálido, cristalizada con el vapor de agua del ambiente, que se convirtió en hielo.
En hielo negro.
»Si no te resistes, esto será más fácil para todos.