4/11/2018, 11:59
Aquel frío día de invierno la sorprendió con unas ganas nulas de ponerse a entrenar. No fue por el terrible frío que asolaba Uzushiogakure por esas fechas, ni por la temprana hora a la que se había levantado, no; era porque tras los últimos acontecimientos lo que menos le apetecía, sin duda, es pensar en sus responsabilidades como kunoichi.
Llevaba un par de meses ostentando rango nuevo y aún así sentía que no estaba preparada para nada. Durante su encuentro con Aotsuki Ayame en Tanzaku Gai se había vuelto un tanto más positiva, pero todos aquellos pensamientos llenos de esperanza se vieron abrumados por la discusión que había tenido con Nabi y con Juro, sobre todo con el primero.
Por eso se encontraba paseando por las Costas del Remolino. El aire frío acompañaba a los vaivenes del mar, que la tranquilizaban ligeramente. ¿Es eso lo que era volverse responsable? Porque si era así, la verdad es que no lo quería. Por eso aquel día decidió no llevar su bandana a la frente, ni su chapa que la identificaba como Jounin de la aldea del Remolino, ni si quiera el chaleco, pues aquel día había decidido vestir una chaqueta algo más gruesa que la indumentaria oficial.
Aunque para su desgracia, escuchó varias voces subidas de tono cerca del muelle. Su azulada mirada se posó en el gentío que se arremolinaba alrededor de lo que parecía ser una pelea entre gente del mar. Se acercó, rendida, puesto que parecía que ni un solo día podría descansar, así que se acercó, apartando a varias personas en el proceso.
—Buenos días —saludó —. ¿Me pueden explicar qué está sucediendo aquí?
Llevaba un par de meses ostentando rango nuevo y aún así sentía que no estaba preparada para nada. Durante su encuentro con Aotsuki Ayame en Tanzaku Gai se había vuelto un tanto más positiva, pero todos aquellos pensamientos llenos de esperanza se vieron abrumados por la discusión que había tenido con Nabi y con Juro, sobre todo con el primero.
Por eso se encontraba paseando por las Costas del Remolino. El aire frío acompañaba a los vaivenes del mar, que la tranquilizaban ligeramente. ¿Es eso lo que era volverse responsable? Porque si era así, la verdad es que no lo quería. Por eso aquel día decidió no llevar su bandana a la frente, ni su chapa que la identificaba como Jounin de la aldea del Remolino, ni si quiera el chaleco, pues aquel día había decidido vestir una chaqueta algo más gruesa que la indumentaria oficial.
Aunque para su desgracia, escuchó varias voces subidas de tono cerca del muelle. Su azulada mirada se posó en el gentío que se arremolinaba alrededor de lo que parecía ser una pelea entre gente del mar. Se acercó, rendida, puesto que parecía que ni un solo día podría descansar, así que se acercó, apartando a varias personas en el proceso.
—Buenos días —saludó —. ¿Me pueden explicar qué está sucediendo aquí?