4/11/2018, 13:58
Los genin la sorprendieron con una táctica sorpresa improvisada. Sin embargo la experiencia y los reflejos le hicieron formular un simple sello con la mano izquierda, y expulsó un torrente de aire que rápidamente se llevó el polvo incluso antes de que asentara. «Ese mocoso entrometido...» Ayame dio un paso atrás, aprovechando la supuesta cobertura, y se lanzó al vacío para escapar, mientras el otro hacía lo propio con un Sunshin no Jutsu.
Kuroyuki ignoró a Daigo y se centró en su objetivo. Avanzó rápidamente y también ella se precipitó al vacío, valiéndose de las suelas cargadas de chakra para controlar el descenso. Patinaba sobre la roca, levantando polvo a su paso, como un esquiador en las cumbres del norte. Desde allí vio como Ayame emitía un estallido de agua desde su espalda, y como un ángel de las leyendas, tomaba el vuelo para escapar, hacia el bosque.
Sin embargo...
«¿Darme la espalda? Un grave error.»
Kuroyuki alzó el brazo libre y, poco a poco, frenó añadiendo más chakra a la suela de los zapatos. Dirigió su mano hacia la muchacha. Una garra roja anaranjada de chakra burbujeante la envolvió desde la muñeca. Una esfera de energía negruzca creció rápidamente en el hueco de la palma.
«Lo sé.»
La esfera, de forma prácticamente silenciosa en comparación con el estruendo de la enorme catarata, salió disparada hacia el frágil cuerpo de Ayame, quien a la desesperaba trataba de marcharse, y que pronto descubriría que a veces un ave está mucho más segura dentro de su jaula.
—Bijūdama.
La esfera estalló contra su espalda, liberando un enorme torrente de energía que hizo agitar el agua del lago y que incluso llegó a crear cierto oleaje.
Kuroyuki ignoró a Daigo y se centró en su objetivo. Avanzó rápidamente y también ella se precipitó al vacío, valiéndose de las suelas cargadas de chakra para controlar el descenso. Patinaba sobre la roca, levantando polvo a su paso, como un esquiador en las cumbres del norte. Desde allí vio como Ayame emitía un estallido de agua desde su espalda, y como un ángel de las leyendas, tomaba el vuelo para escapar, hacia el bosque.
Sin embargo...
«¿Darme la espalda? Un grave error.»
Kuroyuki alzó el brazo libre y, poco a poco, frenó añadiendo más chakra a la suela de los zapatos. Dirigió su mano hacia la muchacha. Una garra roja anaranjada de chakra burbujeante la envolvió desde la muñeca. Una esfera de energía negruzca creció rápidamente en el hueco de la palma.
«Cuidado. No la mates.»
«Lo sé.»
La esfera, de forma prácticamente silenciosa en comparación con el estruendo de la enorme catarata, salió disparada hacia el frágil cuerpo de Ayame, quien a la desesperaba trataba de marcharse, y que pronto descubriría que a veces un ave está mucho más segura dentro de su jaula.
—Bijūdama.
La esfera estalló contra su espalda, liberando un enorme torrente de energía que hizo agitar el agua del lago y que incluso llegó a crear cierto oleaje.