4/11/2018, 19:08
Ignorándola, Kokuō pasó por delante suya y se detuvo frente a las aguas del lago, a las que se enfrentó como si fueran un espejo. Kuroyuki se levantó lentamente y se dio la vuelta, recibiéndola delante cuando el bijū se volvió para preguntar qué estaba pasando.
—La he liberado de su prisión, Kokuō-sama —dijo, e inclinó el cuerpo en una pronunciada reverencia—, a la que le sometieron mis camaradas humanos. Es nuestra única manera de compensarlo, señora.
»Aotsuki Ayame duerme en su interior, de la misma forma en la que usted yacía aprisionada —explicó—. Ahora tiene usted el control. Es libre, Kokuō-sama.
—La he liberado de su prisión, Kokuō-sama —dijo, e inclinó el cuerpo en una pronunciada reverencia—, a la que le sometieron mis camaradas humanos. Es nuestra única manera de compensarlo, señora.
»Aotsuki Ayame duerme en su interior, de la misma forma en la que usted yacía aprisionada —explicó—. Ahora tiene usted el control. Es libre, Kokuō-sama.