4/11/2018, 19:40
Kuroyuki rio. Al principio, era una risa en voz baja, lenta. Pero finalmente se convirtió en una carcajada. No en una carcajada indiscreta, a viva voz. Sino en una amable, tranquila. Se acercó a Kokuō dos pasos, ignorando tanto el tono como el gesto, y cerró los ojos.
—Yo no mantengo cautivo a nadie. Sólo soy una humilde sierva del legítimo rey de Oonindo.
»Por favor, Kurama-sama.
Hubo una agitación en el ambiente. Cuando Kuroyuki abrió los ojos, ya no eran negros, sino de un tono rojo intenso. Las pupilas, rasgadas, observaron el nuevo aspecto de Kokuō.
—Hola, hermana —una voz masculina, gutural, salió de los labios de Kuroyuki—. Baja ese dedo, Kokuō. Estás empezando a asustarme. —Se encogió de hombros, y suspiró—. ¿Sabes cuántas molestias nos hemos tenido que tomar para encontrarte? Menos mal que montaste todo ese espectáculo en Uzushiogakure, los rumores recorrieron Oonindo como un el agua de una balsa que se desborda tras una inundación.
»De nada por liberarte. —Kuroyuki... Kurama, sonrió. Una sonrisa mucho más amplia, traviesa y perversa que la que había mostrado la mujer hasta ahora, enseñando los dientes.
—Yo no mantengo cautivo a nadie. Sólo soy una humilde sierva del legítimo rey de Oonindo.
»Por favor, Kurama-sama.
Hubo una agitación en el ambiente. Cuando Kuroyuki abrió los ojos, ya no eran negros, sino de un tono rojo intenso. Las pupilas, rasgadas, observaron el nuevo aspecto de Kokuō.
—Hola, hermana —una voz masculina, gutural, salió de los labios de Kuroyuki—. Baja ese dedo, Kokuō. Estás empezando a asustarme. —Se encogió de hombros, y suspiró—. ¿Sabes cuántas molestias nos hemos tenido que tomar para encontrarte? Menos mal que montaste todo ese espectáculo en Uzushiogakure, los rumores recorrieron Oonindo como un el agua de una balsa que se desborda tras una inundación.
»De nada por liberarte. —Kuroyuki... Kurama, sonrió. Una sonrisa mucho más amplia, traviesa y perversa que la que había mostrado la mujer hasta ahora, enseñando los dientes.