4/11/2018, 21:29
Por un momento el gesto de Kurama se tornó sombrío, pero luego volvió a aquella sonrisa socarrona suya. Se encogió de hombros y le dio la espalda a Kokuō paseando, pateando un par de piedras...
—Todo en esta vida es una relación de interés, querida hermana —explicó—. Un cachorro tiene la cara bonita para que su madre le de comida. Una relación amorosa humana se fundamenta en la estabilidad emocional o incluso económica. Nuestro padre no nos creó por amor, sino para salvar a Oonindo, a los suyos, del Jūbi.
»Ellos saben cual es su lugar. Súbditos de su rey legítimo. Obtienen poder, protección y el orgullo de pertenecer al grupo que liderará el continente. Y podríamos liderarlo juntos, Kokuō. Todos nosotros.
»Nuestra forma original está muy bien, pero somos demasiado grandes. La forma humana me permite mezclarme entre los humanos, aprender sus técnicas y enfrentarlos a su misma altura. Dominarlos cara a cara. Es más difícil que me peguen una puñalada trapera así, que como te la dieron a ti. No te fue muy bien en tu última excursión por el País de la Tormenta, querida.
Se dio la vuelta y extendió la mano.
»Sí, soy libre. Más libre que nunca, y tú también lo eres. Únete a mi, Kokuō. Únete al Imperio de Kurama en Oonindo y podrás gobernar sobre los humanos, tu legítimo derecho como Hija de Rikudō, al que consideran casi como un dios.
—Todo en esta vida es una relación de interés, querida hermana —explicó—. Un cachorro tiene la cara bonita para que su madre le de comida. Una relación amorosa humana se fundamenta en la estabilidad emocional o incluso económica. Nuestro padre no nos creó por amor, sino para salvar a Oonindo, a los suyos, del Jūbi.
»Ellos saben cual es su lugar. Súbditos de su rey legítimo. Obtienen poder, protección y el orgullo de pertenecer al grupo que liderará el continente. Y podríamos liderarlo juntos, Kokuō. Todos nosotros.
»Nuestra forma original está muy bien, pero somos demasiado grandes. La forma humana me permite mezclarme entre los humanos, aprender sus técnicas y enfrentarlos a su misma altura. Dominarlos cara a cara. Es más difícil que me peguen una puñalada trapera así, que como te la dieron a ti. No te fue muy bien en tu última excursión por el País de la Tormenta, querida.
Se dio la vuelta y extendió la mano.
»Sí, soy libre. Más libre que nunca, y tú también lo eres. Únete a mi, Kokuō. Únete al Imperio de Kurama en Oonindo y podrás gobernar sobre los humanos, tu legítimo derecho como Hija de Rikudō, al que consideran casi como un dios.