5/11/2018, 18:31
(Última modificación: 5/11/2018, 19:30 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Aliento Nevado, Invierno del año 218.
Uzushiogakure bullía de actividad a aquellas horas de la tarde, como un gigantesco hormiguero poblado por miles de pequeños bichitos incansablemente trabajadores. Era comprensible, después de todo; en Invierno, cuando anochecía antes, los uzujin se apresuraban por terminar sus recados y demás quehaceres vespertinos antes de que el Sol terminara de ocultarse completamente tras el horizonte de sus costas. Las calles del barrio comercial, repletas de tiendas, restaurantes y locales de ocio, eran un hervidero de gente yendo de acá para allá. Entre toda aquella multitud se encontraba un muchacho joven, de figura delgada pero curtida por el entrenamiento. Vestía el uniforme típico de los ninjas del Remolino, con chaleco militar, placa dorada de jōnin y bandana en la frente.
—Hmmm... ¿Quizás esta...? —murmuraba para sí, mientras examinaba el género que tenía ante él.
Y es que Uchiha Akame no se encontraba allí por azar, no señor; sino que su presencia respondía a un acto fuertemente meditado. El establecimiento que tenía ante él era ni más ni menos que una floristería, una de las mejores de la Aldea según le había dicho Hyuga Kyoko —una de las recepcionistas del Edificio del Uzukage—, y el dueño le había mostrado amablemente un gran repertorio de flores de todo tipo y color. La variedad era tan grande, y todas lucían tan saludables, que más que una ventaja se había convertido en un inconveniente, porque Akame no tenía ni idea de cuál sería la mejor elección.
—Ahhh... Qué molestia... —se lamentó, llevándose una mano a la cabeza.
«¿Cuál le gustaría más...?»