6/11/2018, 00:26
Daigo se presentó ante el señor que los había recibido en esa posada, parecía alegrarse de habernos encontrado. La taberna volvió a la normalidad, como si la pausa de un principio hubiera terminado y alguien presionaba el botón de play en aquella escena, las charlas, los ruidos de vasos y demás volvían a instalarse en el ambiente. El alguacil los rodeó con sus gordos brazos mientras prácticamente con el peso de su cuerpo los iba llevando hacia afuera.
Geki, muy incómodo por la situación de tener un desconocido tan pegado a su cuerpo, miraba con preocupación en sus ojos a Daigo en una señal de auxilio, pero este de nuevo volvió a ignorarlo.
Ya afuera, caminaron por las calles del pueblo, estaban muy silenciosas y oscuras. No se cruzaron a nadie en el camino, lo que le llamó un poco la atención de Geki. Quizá por ser un pueblo pequeño no era común encontrar personas caminando o a raíz de los hechos ocurridos habían asustado un poco a la población. Pero eso no lo conformaba, intentó entablar una conversación con el hombre que los había recibido, pero las distancias eran tan cortas que en un abrir y cerrar de ojos ya estaban en la casa del alguacil, así que el Senju, silenciosamente se guardó sus dudas para poder reproducirlas de nuevo más tarde.
Su casa era bonita, abrió la puerta sin cerrojo o candado ninguno, lo que afirmaba que de verdad aquello era un pueblo tranquilo. Se dirigieron a la cocina, la casa era cálida y acogedora y Geki procedió a tomar asiento tras la invitación.
“ —Por favor, tomen asiento. ¿Puedo ofrecerles algo? ¿Un té? ¿Algo de comer?”
Se sentó sin apoyar los brazos en la mesa y acomodó sus ropajes para que no le quedaran tirantes. Y se introdujo
-Si por favor Señor, el viaje estuvo largo, un té y algo para comer estaría bien.
Geki recorría con sus ojos la habitación en donde se encontraban. También presto atención a los sonidos, pero la casa estaba bastante silenciosa.
-Hermosa casa. ¿Vive aquí usted solo?
Preguntó cordialmente, por si en algún momento debían saludar a otro miembro de la familia o por qué no a alguna mascota, que eran sin duda los seres vivos preferidos de Geki.
Geki, muy incómodo por la situación de tener un desconocido tan pegado a su cuerpo, miraba con preocupación en sus ojos a Daigo en una señal de auxilio, pero este de nuevo volvió a ignorarlo.
Ya afuera, caminaron por las calles del pueblo, estaban muy silenciosas y oscuras. No se cruzaron a nadie en el camino, lo que le llamó un poco la atención de Geki. Quizá por ser un pueblo pequeño no era común encontrar personas caminando o a raíz de los hechos ocurridos habían asustado un poco a la población. Pero eso no lo conformaba, intentó entablar una conversación con el hombre que los había recibido, pero las distancias eran tan cortas que en un abrir y cerrar de ojos ya estaban en la casa del alguacil, así que el Senju, silenciosamente se guardó sus dudas para poder reproducirlas de nuevo más tarde.
Su casa era bonita, abrió la puerta sin cerrojo o candado ninguno, lo que afirmaba que de verdad aquello era un pueblo tranquilo. Se dirigieron a la cocina, la casa era cálida y acogedora y Geki procedió a tomar asiento tras la invitación.
“ —Por favor, tomen asiento. ¿Puedo ofrecerles algo? ¿Un té? ¿Algo de comer?”
Se sentó sin apoyar los brazos en la mesa y acomodó sus ropajes para que no le quedaran tirantes. Y se introdujo
-Si por favor Señor, el viaje estuvo largo, un té y algo para comer estaría bien.
Geki recorría con sus ojos la habitación en donde se encontraban. También presto atención a los sonidos, pero la casa estaba bastante silenciosa.
-Hermosa casa. ¿Vive aquí usted solo?
Preguntó cordialmente, por si en algún momento debían saludar a otro miembro de la familia o por qué no a alguna mascota, que eran sin duda los seres vivos preferidos de Geki.