3/10/2015, 22:40
(Última modificación: 5/10/2015, 16:24 por Umikiba Kaido.)
«Auyama, ¿como la hortaliza?» —pensó, risueño.
No obstante, la intervención del muchacho trajo consigo una frase más importante. Y es que se había auto proclamado un no creyente, pero aún así allí estaba; rezándole a un trío de estatuas. Sin embargo, toda la atención fue puesta sobre el tiburón ante la interrogante de Yoshimitsu acerca de si él era un humano.
¿Lo era?...
Ni él lo sabía. Aunque algo de humano debía de tener, debido a la tan compleja estructura de su cuerpo; pero los rasgos eran sin duda algo mucho más mítico y desconocido. Pero ninguno de los presentes iba a ser capaz de contestar a esa pregunta con propiedad, primero porque el propio tiburón no estaba interesado en saberlo y su interlocutor lucía muy tonto como para dar siquiera una teoría decente.
—Pero que clase de pregunta es esa—refutó con mosqueo—. ¿acaso conoces otra raza que hable, tenga brazos y piernas o pueda hacer ésto?
Kaido arrojó un eructo grave y poderoso que haría eco hasta los oídos de roca de los tres antepasados. Luego sonrió y mostró aquella fila de dientes tan característica que tenía, pensando que quizás había roto un record o algo por el estilo.
Luego de dejarse un par de risotadas más, y sin esperar la respuesta de quien fuese víctima de una broma práctica; Kaido pareció verse atraído por algo moviéndose a unos metros a su derecha. Y es que siendo alguien tan curioso, seguro pensó que se trataba de algo tan interesante que era importante que él estuviese allí. A veces era tan niño que no se daba cuenta de ello, aunque si lo hiciera, desde luego que no lo admitiría.
De cualquier forma, alzó el brazo como si en verdad fuese a volver. Y se abalanzó a los arbustos perdiéndose de allí hacia una dirección desconocida. Ya luego tendría tiempo de conocer más al tal "Auyama" Yoshimitsu.
No obstante, la intervención del muchacho trajo consigo una frase más importante. Y es que se había auto proclamado un no creyente, pero aún así allí estaba; rezándole a un trío de estatuas. Sin embargo, toda la atención fue puesta sobre el tiburón ante la interrogante de Yoshimitsu acerca de si él era un humano.
¿Lo era?...
Ni él lo sabía. Aunque algo de humano debía de tener, debido a la tan compleja estructura de su cuerpo; pero los rasgos eran sin duda algo mucho más mítico y desconocido. Pero ninguno de los presentes iba a ser capaz de contestar a esa pregunta con propiedad, primero porque el propio tiburón no estaba interesado en saberlo y su interlocutor lucía muy tonto como para dar siquiera una teoría decente.
—Pero que clase de pregunta es esa—refutó con mosqueo—. ¿acaso conoces otra raza que hable, tenga brazos y piernas o pueda hacer ésto?
Kaido arrojó un eructo grave y poderoso que haría eco hasta los oídos de roca de los tres antepasados. Luego sonrió y mostró aquella fila de dientes tan característica que tenía, pensando que quizás había roto un record o algo por el estilo.
Luego de dejarse un par de risotadas más, y sin esperar la respuesta de quien fuese víctima de una broma práctica; Kaido pareció verse atraído por algo moviéndose a unos metros a su derecha. Y es que siendo alguien tan curioso, seguro pensó que se trataba de algo tan interesante que era importante que él estuviese allí. A veces era tan niño que no se daba cuenta de ello, aunque si lo hiciera, desde luego que no lo admitiría.
De cualquier forma, alzó el brazo como si en verdad fuese a volver. Y se abalanzó a los arbustos perdiéndose de allí hacia una dirección desconocida. Ya luego tendría tiempo de conocer más al tal "Auyama" Yoshimitsu.