6/11/2018, 23:18
El interior de la carreta se mantuvo silencioso durante el resto del camino tras las últimas palabras de Roga. La tensión se podía notar en el ambiente, pero a Higeki no le incomodaba del todo por el hecho de que durante mucho tiempo aquel tipo de tensión había estado presente en su dí a día gracias a su padre, que no solo pretendía protegerle de los peligros de fuera, si no de todas aquellas ideas que pudiesen generarle alguna desgracia al joven.
El moreno se mantuvo tranquilo, encerrado en sus propios pensamientos, recordando sobre todo aquella idea de no defraudar a Ai y cumplir con la misión sin tener nada negativo que reportar en el informe de esta. Por una parte le sabía mal el hecho de no poder enseñar a aquella niña ninguna habilidad, estaba seguro de que el Byakugan le gustaría, pero no podía contradecir las ordenes, al fin y al cabo era un shinobi.
El camino le resultó en cierta medida tranquilizador, el resonar de las ruedas del carro sobre las piedras era un sonido similar al de la lluvia cayendo sobre el tejado y aquello conseguía crear algo de estabilidad dentro del joven. Poco a poco la velocidad de la carreta disminuyó hasta el punto en el que se detuvo y entonces Higeki dedujo que era porque tenían un lugar donde pasar la noche. No podían haber llegado ya a Fukui porque no se escuchaba el alboroto de un pueblo, ni habían ido a recogerlos los habitantes.
Tras escuchar las palabras del anciano y después que sus otros dos compañeros Higeki bajo de la carreta y camino detrás de ellos con bastante parsimonia, dejando que la lluvia le empapase el rostro y las ropas. Se colocó junto a sus compañeros e hizo una reverencia a modo de saludo a quien parecía ser el señor Uruk, para después caminar detrás de ellos hacia el interior de la granja, en completo silencio.
—¡Vaya! ¿Y estos jovenzuelos?—
Escucho la pregunta y quiso responder, no obstante supuso que aquellos tramites le pertenecían al líder de escuadrón, por lo que se limitó a sonreír esperando a que hablase el monje.
El moreno se mantuvo tranquilo, encerrado en sus propios pensamientos, recordando sobre todo aquella idea de no defraudar a Ai y cumplir con la misión sin tener nada negativo que reportar en el informe de esta. Por una parte le sabía mal el hecho de no poder enseñar a aquella niña ninguna habilidad, estaba seguro de que el Byakugan le gustaría, pero no podía contradecir las ordenes, al fin y al cabo era un shinobi.
El camino le resultó en cierta medida tranquilizador, el resonar de las ruedas del carro sobre las piedras era un sonido similar al de la lluvia cayendo sobre el tejado y aquello conseguía crear algo de estabilidad dentro del joven. Poco a poco la velocidad de la carreta disminuyó hasta el punto en el que se detuvo y entonces Higeki dedujo que era porque tenían un lugar donde pasar la noche. No podían haber llegado ya a Fukui porque no se escuchaba el alboroto de un pueblo, ni habían ido a recogerlos los habitantes.
Tras escuchar las palabras del anciano y después que sus otros dos compañeros Higeki bajo de la carreta y camino detrás de ellos con bastante parsimonia, dejando que la lluvia le empapase el rostro y las ropas. Se colocó junto a sus compañeros e hizo una reverencia a modo de saludo a quien parecía ser el señor Uruk, para después caminar detrás de ellos hacia el interior de la granja, en completo silencio.
—¡Vaya! ¿Y estos jovenzuelos?—
Escucho la pregunta y quiso responder, no obstante supuso que aquellos tramites le pertenecían al líder de escuadrón, por lo que se limitó a sonreír esperando a que hablase el monje.