13/11/2018, 22:59
Geki había estado impaciente varias semanas esperando este viaje. Desde que había llegado a Kusagakure no paraba de recorrer lugares y explorar todos los sitios que podía (o se le permitía) acceder. Pero no terminaba ahí, cada tanto, cuando estaba disponible aprovechaba para viajar por el enorme País del bosque. Pero el paraje de bambú resaltaba en algo, desde que lo vio en el mapa le llamó su atención. Le habían dicho que contaba con hermosas edificaciones de templos, lugares para entrenar y una cantidad variada y exótica de animales. Esto le emocionaba, mientras más cosas para hurgar, cuevas que investigar y laberintos que descubrir mejor.
Pero los kilómetros que separaban al ninja de la meta eran muchos y ahora con más responsabilidades tenía que encontrar el hueco justo para una caminata tan larga desde la villa hasta su objetivo. Si lo hacia le llevaría por lo menos un día y no se podía dar ese lujo.
Ese día se levantó temprano. Geki era bien conocido por sus vecinos, siempre saludaba al pasar y en sus compras diarias se había hecho muy amigo del comerciante de su zona. Este le había comentando que iba a hacer un viaje hasta el Paraje de Bambú e invitó al Senju que lo acompañase. Vaya a saber uno si fue por protección o amistad, pero en la fecha señalada partieron los dos su viaje en carreta al paraje como destino.
El joven ya estaba cansado de escuchar las ruedas de madera rebotar por el camino de piedra cada vez que la carreta pasaba por encima de un pozo o un agujero. El paisaje no cambiaba mucho, hacía horas que los costados de la calle se habían transformado en muros de bambú gigantes que pocas veces perdían espesura cuando llegaban a una bifurcación o encontraban casas construidas artesanalmente por residentes de allí. Los diferentes sonidos de animales hacían eco en la lejanía, algunos los reconocía pero otros no.
- Arribamos. Comentó el mercader que había estado gran parte del viaje sin emitir una palabra, el camino poco a poco se iba ensanchando dejando ver un pueblo enorme, Geki abría los ojos de par en par mientras clavaba su mirada en aquellas edificaciones sin perderse ningún detalle posible.
Tras adentrarse en la ciudad un poco nada más, el mercader paró el carro cerca de un local de pieles. - Tengo unos negocios que hacer. Cuando termines vuelve, recuerda el primer puesto de pieles luego de la entrada. mientras ponía de color anaranjado la brasa de un cigarro que había puesto en su boca.
Geki asintió con la cabeza y luego de dar un paso se detuvo y se volvió hacia el anciano - No se irá sin mí ¿no? Le preguntó al viejo. Este le devolvió una mirada indiferente, como si le dijera al joven que estaba haciendo una pregunta ridícula y en un giro empezó su caminata hacia el local de pieles. Ya de espaldas le dedico un saludo con un brazo mientras iba dejando un rastro de humo de tabaco atrás.
- Nos vemos luego.
Pero los kilómetros que separaban al ninja de la meta eran muchos y ahora con más responsabilidades tenía que encontrar el hueco justo para una caminata tan larga desde la villa hasta su objetivo. Si lo hacia le llevaría por lo menos un día y no se podía dar ese lujo.
Ese día se levantó temprano. Geki era bien conocido por sus vecinos, siempre saludaba al pasar y en sus compras diarias se había hecho muy amigo del comerciante de su zona. Este le había comentando que iba a hacer un viaje hasta el Paraje de Bambú e invitó al Senju que lo acompañase. Vaya a saber uno si fue por protección o amistad, pero en la fecha señalada partieron los dos su viaje en carreta al paraje como destino.
El joven ya estaba cansado de escuchar las ruedas de madera rebotar por el camino de piedra cada vez que la carreta pasaba por encima de un pozo o un agujero. El paisaje no cambiaba mucho, hacía horas que los costados de la calle se habían transformado en muros de bambú gigantes que pocas veces perdían espesura cuando llegaban a una bifurcación o encontraban casas construidas artesanalmente por residentes de allí. Los diferentes sonidos de animales hacían eco en la lejanía, algunos los reconocía pero otros no.
- Arribamos. Comentó el mercader que había estado gran parte del viaje sin emitir una palabra, el camino poco a poco se iba ensanchando dejando ver un pueblo enorme, Geki abría los ojos de par en par mientras clavaba su mirada en aquellas edificaciones sin perderse ningún detalle posible.
Tras adentrarse en la ciudad un poco nada más, el mercader paró el carro cerca de un local de pieles. - Tengo unos negocios que hacer. Cuando termines vuelve, recuerda el primer puesto de pieles luego de la entrada. mientras ponía de color anaranjado la brasa de un cigarro que había puesto en su boca.
Geki asintió con la cabeza y luego de dar un paso se detuvo y se volvió hacia el anciano - No se irá sin mí ¿no? Le preguntó al viejo. Este le devolvió una mirada indiferente, como si le dijera al joven que estaba haciendo una pregunta ridícula y en un giro empezó su caminata hacia el local de pieles. Ya de espaldas le dedico un saludo con un brazo mientras iba dejando un rastro de humo de tabaco atrás.
- Nos vemos luego.