21/11/2018, 20:29
—Muy amable —respondió la muchacha, con una afable sonrisa y una leve reverencia—. Espero que tenga un muy buen dia.
—Igualmente —correspondió ella, cordial.
La de Amegakure se dio la vuelta, dispuesta a seguir la dirección que Kokuō se acababa de inventar sólo para quitársela de encima, y el Bijū suspiró de alivio. Parecía que iba a conseguir que la dejara en paz. Sin embargo, no todo podía ser tan fácil...
—Disculpe... —la llamó de nuevo, para su completa y absoluta desesperación. Kokuō volvió a detenerse, con los ojos entornados, y aún tardó algunos segundos en volverse hacia la muchacha—. ¿Deseas tomar un barco de salida de la isla? —le preguntó, y aunque ella no respondió, continuó hablando—: Acabo de llegar y aun no esta listo para zarpar nuevamente, quizá le lleve un tiempo, quizá una hora entre preparativos y que sé yo qué más. Propongo, si gustas, que vengas a tomar un té rojo conmigo, yo pago.
Pero Kokuō ladeó la cabeza ligeramente.
«No tengo yo otra cosa que hacer que ir a tomar el té con una humana.» Meditó, llena de sarcasmo y recelo. «Además, ¿una humana invitando a una completa desconocida así porque sí? Qué acto de generosidad... ¿Qué estará tramando?»
—No se preocupe, no hay problema. Esperaré —replicó ella.
—Igualmente —correspondió ella, cordial.
«¡NO, NO, NO!»
La de Amegakure se dio la vuelta, dispuesta a seguir la dirección que Kokuō se acababa de inventar sólo para quitársela de encima, y el Bijū suspiró de alivio. Parecía que iba a conseguir que la dejara en paz. Sin embargo, no todo podía ser tan fácil...
—Disculpe... —la llamó de nuevo, para su completa y absoluta desesperación. Kokuō volvió a detenerse, con los ojos entornados, y aún tardó algunos segundos en volverse hacia la muchacha—. ¿Deseas tomar un barco de salida de la isla? —le preguntó, y aunque ella no respondió, continuó hablando—: Acabo de llegar y aun no esta listo para zarpar nuevamente, quizá le lleve un tiempo, quizá una hora entre preparativos y que sé yo qué más. Propongo, si gustas, que vengas a tomar un té rojo conmigo, yo pago.
«¡Sí! ¡Vamos, por favor! ¡Por favor!»
Pero Kokuō ladeó la cabeza ligeramente.
«No tengo yo otra cosa que hacer que ir a tomar el té con una humana.» Meditó, llena de sarcasmo y recelo. «Además, ¿una humana invitando a una completa desconocida así porque sí? Qué acto de generosidad... ¿Qué estará tramando?»
—No se preocupe, no hay problema. Esperaré —replicó ella.