26/11/2018, 01:02
Y efectivamente, aquel no era sino el comienzo de todo lo que quedaba por venir. Sin embargo, Moyashi Kenzou había previsto otro punto de vista a la historia de Daigo, quizás una continuación. Lo que no esperaba era lo que estaba a punto de escuchar: Eikyu Juro, uno de los shinobi más jóvenes en los que más confiaba, ahora ascendido a Jōnin, ahora Jinchūriki de la aldea; se había encontrado con un shinobi de Uzushiogakure. Pero no era un shinobi cualquiera, era, precisamente, Uchiha Datsue.
El Morikage no cortó a Juro en ningún momento. Se mantuvo impasible, en silencio, con los ojos clavados en el muchacho y los dedos entrelazados sobre la mesa.
Juro aseguró no haber revelado ninguna información relevante sobre la aldea, pero tras los sentimientos de odio que el Uchiha guardaba hacia Amegakure y sus ninjas, la conversación viró en un sentido para nada esperado: el deseo de una alianza entre Kusagakure y Uzushiogakure. Kenzou se levantó de la silla con lentitud, le dio la espalda a Juro y se acercó a las grandes ventanas correderas, ahora cerradas para evitar que entrara el frío del invierno, y que daban la vista a toda Kusagakure.
—Juro-kun, Juro-kun. Aún tienes tanto que aprender... —musitó con cierta tristeza. Se volvió de nuevo hacia el muchacho, y pese a la gravedad del asunto seguía igual de sonriente que antes—. Tú mismo lo has dicho: hablaste con el Uchiha y te relató su punto de vista. ¿Sabes lo peligroso que es eso, ceñirse a un único punto de vista? Y esta historia no tiene ni uno, ni dos, sino tres puntos de vista: El de Uzushiogakure —enumeró, levantando la palma de la mano izquierda como el plato de una balanza—, el de Amegakure —levantó la otra mano, en perfecto equilibrio con su hermana. Y por último se señaló el pecho—, y el de Kusagakure.
»Tú ya conoces el nuestro. Estuviste allí. Estuviste con Yubiwa, que era mis ojos en Uzushiogakure en aquellos momentos. Viste lo mismo que vio mi mano derecha. Juro-kun, si actuamos en aquel incidente del examen no fue por apoyar a Amegakure o por declararle la guerra a Uzushiogakure. Actuamos porque había sospechas de que el Uzukage estaba intentando secuestrar a la Jinchūriki de Amegakure. Y, como comprenderás, no podíamos permitirnos correr el riesgo de que Uzushiogakure se hiciera con otro Bijū. Rompería completamente la balanza a su favor.
Kenzou entrelazó las manos por detrás de la espalda y su sonrisa se ensanchó aún más.
—Mantendremos una buena relación con Uzushiogakure. Y mantendremos una buena relación con Amegakure. Las rencillas entre esas dos aldeas no me interesan lo más mínimo. Yo, como Morikage, me debo a mi villa y la protegeré de cualquier amenaza que caiga sobre nosotros. Pero no nos conviene aliarnos con una aldea para enfrentarnos a la otra. No, Juro-kun, así, no.
»Sabes que confío en vosotros como si fuéseis mis hijos, y más de una vez os he pedido opinión en algunos asuntos. Pero los tratados de guerras y alianzas las llevan los Kage, no los shinobi. Y lo que estoy viendo en las intenciones de ese Uchiha es, simple y llanamente, una infantil rencilla que quiere saldar con la venganza. Juro-kun, en el supuesto caso de que debiéramos formalizar una alianza con alguien o declararle la guerra, sea Uzushiogakure o sea Amegakure, seré yo mismo, en persona, quien lo haga. No un intermediario. Pero ahora mismo nuestro lugar está en la neutralidad.
El Morikage no cortó a Juro en ningún momento. Se mantuvo impasible, en silencio, con los ojos clavados en el muchacho y los dedos entrelazados sobre la mesa.
Juro aseguró no haber revelado ninguna información relevante sobre la aldea, pero tras los sentimientos de odio que el Uchiha guardaba hacia Amegakure y sus ninjas, la conversación viró en un sentido para nada esperado: el deseo de una alianza entre Kusagakure y Uzushiogakure. Kenzou se levantó de la silla con lentitud, le dio la espalda a Juro y se acercó a las grandes ventanas correderas, ahora cerradas para evitar que entrara el frío del invierno, y que daban la vista a toda Kusagakure.
—Juro-kun, Juro-kun. Aún tienes tanto que aprender... —musitó con cierta tristeza. Se volvió de nuevo hacia el muchacho, y pese a la gravedad del asunto seguía igual de sonriente que antes—. Tú mismo lo has dicho: hablaste con el Uchiha y te relató su punto de vista. ¿Sabes lo peligroso que es eso, ceñirse a un único punto de vista? Y esta historia no tiene ni uno, ni dos, sino tres puntos de vista: El de Uzushiogakure —enumeró, levantando la palma de la mano izquierda como el plato de una balanza—, el de Amegakure —levantó la otra mano, en perfecto equilibrio con su hermana. Y por último se señaló el pecho—, y el de Kusagakure.
»Tú ya conoces el nuestro. Estuviste allí. Estuviste con Yubiwa, que era mis ojos en Uzushiogakure en aquellos momentos. Viste lo mismo que vio mi mano derecha. Juro-kun, si actuamos en aquel incidente del examen no fue por apoyar a Amegakure o por declararle la guerra a Uzushiogakure. Actuamos porque había sospechas de que el Uzukage estaba intentando secuestrar a la Jinchūriki de Amegakure. Y, como comprenderás, no podíamos permitirnos correr el riesgo de que Uzushiogakure se hiciera con otro Bijū. Rompería completamente la balanza a su favor.
Kenzou entrelazó las manos por detrás de la espalda y su sonrisa se ensanchó aún más.
—Mantendremos una buena relación con Uzushiogakure. Y mantendremos una buena relación con Amegakure. Las rencillas entre esas dos aldeas no me interesan lo más mínimo. Yo, como Morikage, me debo a mi villa y la protegeré de cualquier amenaza que caiga sobre nosotros. Pero no nos conviene aliarnos con una aldea para enfrentarnos a la otra. No, Juro-kun, así, no.
»Sabes que confío en vosotros como si fuéseis mis hijos, y más de una vez os he pedido opinión en algunos asuntos. Pero los tratados de guerras y alianzas las llevan los Kage, no los shinobi. Y lo que estoy viendo en las intenciones de ese Uchiha es, simple y llanamente, una infantil rencilla que quiere saldar con la venganza. Juro-kun, en el supuesto caso de que debiéramos formalizar una alianza con alguien o declararle la guerra, sea Uzushiogakure o sea Amegakure, seré yo mismo, en persona, quien lo haga. No un intermediario. Pero ahora mismo nuestro lugar está en la neutralidad.