6/12/2018, 03:57
Ella abrió la puerta, finalmente, y se adentró al epicentro de aquel embrollo. A la habitación colmena.
Se trataba de un cuarto sencillo, aunque gratamente amoblado. Suelo y paredes de placas de madera tapizadas. Contaba con una cama de dos plazas en el medio, aún hecha, y a su costado una mesa de noche con un par de lámparas. Más adelante estaba la entrada al cuarto de baño.
Lo interesante de todo aquello, sin embargo, era que, como había contado la mujer; el techo estaba ausente en gran medida. Un enorme agujero con una silueta sin ningún tipo de forma específica adornaba la parte superior de la habitación, y si alguno de los jóvenes cogía el valor de dar un par de pasos y echar el ojo hacia arriba, podía ver diagonalmente hacia los costados los pasillos de la habitación superior. Una cosa de locos.
—Limpiamos en su momento, pero ya podéis imaginar el desastre que se esparció por aquí. Teniendo en cuenta, además, que el cliente estaba en plena cama cuando todo se vino abajo.
Yuma se quedó detrás, con los brazos cruzados y la cadera ladeada.
Se trataba de un cuarto sencillo, aunque gratamente amoblado. Suelo y paredes de placas de madera tapizadas. Contaba con una cama de dos plazas en el medio, aún hecha, y a su costado una mesa de noche con un par de lámparas. Más adelante estaba la entrada al cuarto de baño.
Lo interesante de todo aquello, sin embargo, era que, como había contado la mujer; el techo estaba ausente en gran medida. Un enorme agujero con una silueta sin ningún tipo de forma específica adornaba la parte superior de la habitación, y si alguno de los jóvenes cogía el valor de dar un par de pasos y echar el ojo hacia arriba, podía ver diagonalmente hacia los costados los pasillos de la habitación superior. Una cosa de locos.
—Limpiamos en su momento, pero ya podéis imaginar el desastre que se esparció por aquí. Teniendo en cuenta, además, que el cliente estaba en plena cama cuando todo se vino abajo.
Yuma se quedó detrás, con los brazos cruzados y la cadera ladeada.