7/12/2018, 18:37
Los dos muchachos abandonaron el lugar y Higeki fue rápidamente el que tomó la iniciativa para realizar ejercicios de calentamiento. "Así que debajo de esa cara de desvelado si tiene un lado proactivo, ¡quién lo diría!" Ríose el Yotsuki. El muchacho le transmitía un aura de inseguridad bastante notoria, incluso mucho más de la del genin de Kusagakure que conoció en la torre de meditación. "Geki...Higeki. Vaya coincidencia." Sin embargo la postura de Rōga era distinta en este caso, ya que el Hyūga era un compañero de su aldea y sentía la necesidad de acercarse a él para ayudarlo. Ya sea inconscientemente o no, intentaba sacar de su burbuja a su compañero. ¿Por que lo hacía? No tenía motivo para ello, pero tampoco para no hacerlo. Entonces, ¿por que no pasar a la acción?. Sin embargo sentía raros los manerismos del chico de cabellos alargados, pero no quería prejuzgarlo, alguna razón tenía para ello.
—¿Has estado en otras misiones antes?— Preguntó mientras se paraba a unos dos metros y medio de él dando saltos y ejercicios de calentamiento. —No recuerdo haberte visto en la academia, quizás no seamos de la misma promoción—. Cualquier tema era bueno con tal de hacer platica.
Dentro de la casa, la señora se ajustaba la cinta de su delantal mientras Karamaru preguntaba por la labor que le tocaría.
—¿Me ayudarías pelando las verduras? Encárgate de las papas, las zanahorias y el güicoy, yo picaré las cebollas,el tomate, el chile pimiento y sazonaré el pollo—. Caminó hasta una estantería, sacando dos tablas de madera y un par de cuchillos de cocina.
—¡Nunca me cansaré de probar tus caldos Chiasa-San!— El cliente se asomó sin previo aviso por la puerta de la cocina. —Hace rato vi salir a los otros dos chicos salir afuera, nunca entenderé como soportan mojarse tanto tiempo.
—¡Eh sinvergüenza!— Pese a lo pesado de sus palabras, se mantenía sonriente. La confianza entre ambos les permitía interpretar el tono de ambos sin tomárselo a mal. —Tanto tiempo trabajando cómo mercader y nunca te acostumbraste al clima de afuera de tu tierra. Y hablando de viajes, a la próxima dinos cuando traigas gente— Se agachó para dejar a la niña en el suelo, la cual de inmediato corrió a abrazar las piernas de su abuelo mientras Uruku se cruzaba de brazos. —¿Por qué contrataste ninjas?, ¿pasó algo malo?— Alzó las cejas.
—Sí y no. Hubo una avalancha y causó un destrozo, no hubo heridos pero... digamos que ya no estamos en edad para hacer trabajo pesado y quedarnos sin las rutas de comercio es malo para el negocio.
—Siempre te he dicho que deberías irte de ahí y mudarte con tu hijo y tu nuera— Negó con la cabeza.
Ambos hombres mientras platicaban empezaron a caminar fuera de la cocina, dejando a Karamaru a solas con la mujer, por lo que no alcanzaría a escuchar el resto de los detalles de la conversación.
—No te sientas mal por lo que dice mi marido, no es que no le agrade tenerlos aquí, simplemente que pudimos haberlos recibido de mejor manera— Comentó mientras picaba un chile pimiento en cuadritos a gran velocidad.
—¿Has estado en otras misiones antes?— Preguntó mientras se paraba a unos dos metros y medio de él dando saltos y ejercicios de calentamiento. —No recuerdo haberte visto en la academia, quizás no seamos de la misma promoción—. Cualquier tema era bueno con tal de hacer platica.
Dentro de la casa, la señora se ajustaba la cinta de su delantal mientras Karamaru preguntaba por la labor que le tocaría.
—¿Me ayudarías pelando las verduras? Encárgate de las papas, las zanahorias y el güicoy, yo picaré las cebollas,el tomate, el chile pimiento y sazonaré el pollo—. Caminó hasta una estantería, sacando dos tablas de madera y un par de cuchillos de cocina.
—¡Nunca me cansaré de probar tus caldos Chiasa-San!— El cliente se asomó sin previo aviso por la puerta de la cocina. —Hace rato vi salir a los otros dos chicos salir afuera, nunca entenderé como soportan mojarse tanto tiempo.
—¡Eh sinvergüenza!— Pese a lo pesado de sus palabras, se mantenía sonriente. La confianza entre ambos les permitía interpretar el tono de ambos sin tomárselo a mal. —Tanto tiempo trabajando cómo mercader y nunca te acostumbraste al clima de afuera de tu tierra. Y hablando de viajes, a la próxima dinos cuando traigas gente— Se agachó para dejar a la niña en el suelo, la cual de inmediato corrió a abrazar las piernas de su abuelo mientras Uruku se cruzaba de brazos. —¿Por qué contrataste ninjas?, ¿pasó algo malo?— Alzó las cejas.
—Sí y no. Hubo una avalancha y causó un destrozo, no hubo heridos pero... digamos que ya no estamos en edad para hacer trabajo pesado y quedarnos sin las rutas de comercio es malo para el negocio.
—Siempre te he dicho que deberías irte de ahí y mudarte con tu hijo y tu nuera— Negó con la cabeza.
Ambos hombres mientras platicaban empezaron a caminar fuera de la cocina, dejando a Karamaru a solas con la mujer, por lo que no alcanzaría a escuchar el resto de los detalles de la conversación.
—No te sientas mal por lo que dice mi marido, no es que no le agrade tenerlos aquí, simplemente que pudimos haberlos recibido de mejor manera— Comentó mientras picaba un chile pimiento en cuadritos a gran velocidad.