13/01/2019, 14:51
Cuando se dice que en el Valle del Fin pasan cosas raras. Tú piensas "exageración". Como es un lugar importante y tiene una historia ya todo lo importante tiene que pasar en el mismo sitio. De hecho, la primera vez que pasé por aquí, lo más emocionante que presencié fue una paloma cagándose en la cabeza que ahora estaba desaparecida. Pura emoción.
Ahora, unos años después, parecía que aquel sitio hubiera sido arrasado por unos locos. Faltaba una cabeza, había restos de múltiples combates acontecidos en esos lares. La vegetación parecía querer pensárselo dos veces antes de volver a salir por donde tanta gente había pisado y destrozado. Normal en mi opinión.
En cualquier caso, ¿por qué estaba yo ahí? Bueno, siempre pasaban cosas espectacular cuando gente que no era yo iba al Valle del Fin, empezaba a plantearme si yendo más a menudo acabaría sucediéndome algo increíble a mi también. Además, tenía unas cuantas cosas en qué pensar, las últimas conversaciones con Datsue y Juro habían sido cuanto menos perturbadoras. Primero de todo porque nunca imaginé que hablaría con esos dos al mismo tiempo en la misma conversación. Segundo porque son jinchurikis y tienen esa tendencia a soltar cosas que una persona normal necesita meses para analizar.
Y por último, porque dos cabezas piensan mejor que una, así que sobre la cabeza de mi antiguo kage, intentaba desentrañar los secretos sobre el chakra y la energia vital. Sin resultado aparente.
Hasta que un olor entró en mi radar. Un olor que ya había olido, pero no era de un uzunés. Bajé al suelo de inmediato, encarando a un encapuchado desde una distancia razonable.
— ¡Yo te conozco! ¿Quien eres?
Le grité desde unos cuantos metros. Sin duda, aquella combinación de palabras le dejaría tan confuso como asustado. Stuffy estaba tras de mí, sin tener tan claro que le conociésemos. Eso solo podía significar que yo había estado más expuesto a ese desconocido conocido que él.
Ahora, unos años después, parecía que aquel sitio hubiera sido arrasado por unos locos. Faltaba una cabeza, había restos de múltiples combates acontecidos en esos lares. La vegetación parecía querer pensárselo dos veces antes de volver a salir por donde tanta gente había pisado y destrozado. Normal en mi opinión.
En cualquier caso, ¿por qué estaba yo ahí? Bueno, siempre pasaban cosas espectacular cuando gente que no era yo iba al Valle del Fin, empezaba a plantearme si yendo más a menudo acabaría sucediéndome algo increíble a mi también. Además, tenía unas cuantas cosas en qué pensar, las últimas conversaciones con Datsue y Juro habían sido cuanto menos perturbadoras. Primero de todo porque nunca imaginé que hablaría con esos dos al mismo tiempo en la misma conversación. Segundo porque son jinchurikis y tienen esa tendencia a soltar cosas que una persona normal necesita meses para analizar.
Y por último, porque dos cabezas piensan mejor que una, así que sobre la cabeza de mi antiguo kage, intentaba desentrañar los secretos sobre el chakra y la energia vital. Sin resultado aparente.
Hasta que un olor entró en mi radar. Un olor que ya había olido, pero no era de un uzunés. Bajé al suelo de inmediato, encarando a un encapuchado desde una distancia razonable.
— ¡Yo te conozco! ¿Quien eres?
Le grité desde unos cuantos metros. Sin duda, aquella combinación de palabras le dejaría tan confuso como asustado. Stuffy estaba tras de mí, sin tener tan claro que le conociésemos. Eso solo podía significar que yo había estado más expuesto a ese desconocido conocido que él.
—Nabi—