14/01/2019, 00:39
Kaido se sintió, entre muchas cosas, bastante sorprendido. Sorprendido de que King Roga tuviera los huevos de hacerle frente tan descaradamente. Pocos eran capaces de hacerlo a día de hoy y con tanta valentía.
Ante la negativa del amejin de responder a su interrogante, Kaido sonrió con mayor amplitud. Tenía la comisura de los labios tan tensada que daba la sensación de que iba a desgarrarse el rostro si la curvaba más de la cuenta. Aunque también parecía bastante atento al lenguaje corporal de su interlocutor, y de aquellos leves signos de hostilidad que desembocaron en la acción de su rival a través de una técnica. Y una raiton, para más inri.
«Interesante. Muy interesante.»
Bastó que King Roga hiciera el ademán de alzar su brazo, poco después envuelto en electricidad, para que Kaido apoyara la pierna derecha frente a sí y alzara también sus manos. Encajó entonces la mirada en el nacimiento del lobo eléctrico que avanzó hasta él como un haz de energía que se mantenía unido en un apéndice a las manos de su creador, tratando de consumir los apenas cinco metros de distancia que separaba al rey del Tiburón. El gyojin, no obstante, ya había realizado el único sello que necesitaba para invocar su propia técnica: una bola de agua presurizada de al menos un metro de diámetro que se tragó literalmente al lobo, comiéndoselo y ahogándolo. Volviéndolo incluso parte de su propio avance.
El Teppōdama que traspasó al lobo y continuó su súbito viaje hacia Roga había dejado de ser una bola de agua común. Ahora sus corrientes presurizadas echaban chispas. Evidentemente, estaba electrificado.
«Venga, ¡demuéstrame lo que sabe hacer la nueva generación, Roga!»
Ante la negativa del amejin de responder a su interrogante, Kaido sonrió con mayor amplitud. Tenía la comisura de los labios tan tensada que daba la sensación de que iba a desgarrarse el rostro si la curvaba más de la cuenta. Aunque también parecía bastante atento al lenguaje corporal de su interlocutor, y de aquellos leves signos de hostilidad que desembocaron en la acción de su rival a través de una técnica. Y una raiton, para más inri.
«Interesante. Muy interesante.»
Bastó que King Roga hiciera el ademán de alzar su brazo, poco después envuelto en electricidad, para que Kaido apoyara la pierna derecha frente a sí y alzara también sus manos. Encajó entonces la mirada en el nacimiento del lobo eléctrico que avanzó hasta él como un haz de energía que se mantenía unido en un apéndice a las manos de su creador, tratando de consumir los apenas cinco metros de distancia que separaba al rey del Tiburón. El gyojin, no obstante, ya había realizado el único sello que necesitaba para invocar su propia técnica: una bola de agua presurizada de al menos un metro de diámetro que se tragó literalmente al lobo, comiéndoselo y ahogándolo. Volviéndolo incluso parte de su propio avance.
El Teppōdama que traspasó al lobo y continuó su súbito viaje hacia Roga había dejado de ser una bola de agua común. Ahora sus corrientes presurizadas echaban chispas. Evidentemente, estaba electrificado.
«Venga, ¡demuéstrame lo que sabe hacer la nueva generación, Roga!»