24/01/2019, 22:46
Yui fue consciente de como el acongojado genin tragaba grueso, y su garganta se movió al compás del movimiento de su saliva.
—L-lo lamento —se excusó, con una ligera reverencia. Aunque su tono de voz, aunque aterrorizado, no sonaba del todo convencido. Y así lo demostró con sus siguientes palabras—: Quise decir.... que.... me mandó a llamar, Sama-arashikage.
Fue un visto y no visto. Amekoro Yui había saltado por encima del escritorio y se había plantado frente al genin en apenas un parpadeo. Antes de que Karamaru fuese consciente de lo que estaba ocurriendo, la mujer le había tomado por del cuello de su ropa y lo había alzado unos pocos centímetros por encima del suelo.
—¿Me estás tomando el pelo, mocoso? —siseó, tan peligrosa y venenosa como una serpiente de cascabel. Si había sido un error accidental del genin o no, era algo que a Yui le traía viento fresco. Si había algo que no tolerara, aparte de la traición, era, precisamente, que intentaran burlar su autoridad. Y aquel chiquillo estaba dando unos primeros pasos muy equivocados. Y entonces alzó la voz hasta que reverberó por todo el despacho—. ¿TE ATREVES A REÍRTE DE MÍ? ¡¿EH?!
—L-lo lamento —se excusó, con una ligera reverencia. Aunque su tono de voz, aunque aterrorizado, no sonaba del todo convencido. Y así lo demostró con sus siguientes palabras—: Quise decir.... que.... me mandó a llamar, Sama-arashikage.
Fue un visto y no visto. Amekoro Yui había saltado por encima del escritorio y se había plantado frente al genin en apenas un parpadeo. Antes de que Karamaru fuese consciente de lo que estaba ocurriendo, la mujer le había tomado por del cuello de su ropa y lo había alzado unos pocos centímetros por encima del suelo.
—¿Me estás tomando el pelo, mocoso? —siseó, tan peligrosa y venenosa como una serpiente de cascabel. Si había sido un error accidental del genin o no, era algo que a Yui le traía viento fresco. Si había algo que no tolerara, aparte de la traición, era, precisamente, que intentaran burlar su autoridad. Y aquel chiquillo estaba dando unos primeros pasos muy equivocados. Y entonces alzó la voz hasta que reverberó por todo el despacho—. ¿TE ATREVES A REÍRTE DE MÍ? ¡¿EH?!