24/01/2019, 23:20
—N-no... jamás... —balbuceó el genin, absolutamente aterrorizado.
Pero si creía que un débil tartamudeó y una carita asustada eran suficiente para alcanzar el corazón de la Arashikage, se equivocaba rotundamente. Porque no había corazón alguno que ablandar en su pecho.
—Entonces, ¿cómo hemos quedado que debes dirigirte a mí? Oigamoslo, Karamaru... —ordenó, con un peligroso tono en su voz, sin soltarle aún.
De hecho, incluso había apretado el agarre.
Pero si creía que un débil tartamudeó y una carita asustada eran suficiente para alcanzar el corazón de la Arashikage, se equivocaba rotundamente. Porque no había corazón alguno que ablandar en su pecho.
—Entonces, ¿cómo hemos quedado que debes dirigirte a mí? Oigamoslo, Karamaru... —ordenó, con un peligroso tono en su voz, sin soltarle aún.
De hecho, incluso había apretado el agarre.