4/02/2019, 19:16
—Lo sentimos, estamos a tope de capacidad y no podemos dejar entrar a más gente— El guardia impidió la entrada a todos los de la fila, quienes mostraron una mescolanza de emociones entre la decepción y el enojo.
—¡No es justo!— Bufó el de cabellos tricolor.
Algunos se amontonaron, insultando al de seguridad pero este se mantuvo estoico y firme cómo lo exigía su puesto. Por su lado, Rōga se marchó de ahí. No iba a rogarle a nadie por un espacio, además de que existían mil y un lugares más para pasar el rato. Aún era temprano, tiempo de sobra existía. Se cruzó de brazos e infló sus cachetes en señal de puchero, acentuando una imagen infantil en su expresión.
Entre todos los que se alejaron, notó a una muchacha en especial, la cuál llevaba un paraguas para cubrirse del inclemente clima. "¿No le gusta la lluvia?" Para eso mejor ir pensando en vivir en otro lugar, porque en Amegakure pocas veces tendría un respiro de aquello. Pensó en curiosear, y luego recordó lo extraños y bizarros que terminaron todos sus demás encuentros con las del sexo opuesto. "No todas tienen que ser unas raritas, ¿o sí?" Probaría su suerte, por enésima vez. "Tan mal no puede salir." Sonrío y corrió hasta ella.
—¡Oye!— Dio un par de saltos hasta alcanzarla y estar a su lado. —Si dependes mucho de eso nunca te acostumbrarás al agua— Señalaría la sombrilla.
—¡No es justo!— Bufó el de cabellos tricolor.
Algunos se amontonaron, insultando al de seguridad pero este se mantuvo estoico y firme cómo lo exigía su puesto. Por su lado, Rōga se marchó de ahí. No iba a rogarle a nadie por un espacio, además de que existían mil y un lugares más para pasar el rato. Aún era temprano, tiempo de sobra existía. Se cruzó de brazos e infló sus cachetes en señal de puchero, acentuando una imagen infantil en su expresión.
Entre todos los que se alejaron, notó a una muchacha en especial, la cuál llevaba un paraguas para cubrirse del inclemente clima. "¿No le gusta la lluvia?" Para eso mejor ir pensando en vivir en otro lugar, porque en Amegakure pocas veces tendría un respiro de aquello. Pensó en curiosear, y luego recordó lo extraños y bizarros que terminaron todos sus demás encuentros con las del sexo opuesto. "No todas tienen que ser unas raritas, ¿o sí?" Probaría su suerte, por enésima vez. "Tan mal no puede salir." Sonrío y corrió hasta ella.
—¡Oye!— Dio un par de saltos hasta alcanzarla y estar a su lado. —Si dependes mucho de eso nunca te acostumbrarás al agua— Señalaría la sombrilla.