7/02/2019, 00:20
El peliverde, jocoso, bromeó con la inviable opción de poner a su supuesto oponente una almohada en la cara. Ambos rieron, era absurdo pero a la vez cómico. Aunque no tardó en darle la razón, era en parte un poco absurdo desarrollar una técnica así, al menos a medias. Lo primero era estudiar las ventajas y desventajas de una técnica, y tras ello seguir en su desarrollo... al menos así siempre lo había hecho el Inuzuka, y su padre, y su abuelo.
¿Sería que ellos eran raros?
Daigo no ocultó que tendría que dejarla por el momento de lado en situaciones reales, o buscarle una solución temporal. Al menos podía destacarse en su decisión, que no le faltaba fuerza de voluntad. Pensaba seguir dándole vueltas a esa técnica, a pesar de que fuese tan complicada.
—Onindo no se hizo en un día... tómalo con calma —sentenció el rastas, encogiéndose de hombros.
»Además, supongo que no dependerás tan solo de esa técnica. Todo shinobi sabe defenderse con varias técnicas, y en caso extremo, siempre te queda la posibilidad de usar herramientas, o el propio cuerpo... como mi abuelo siempre suele decir, un buen shinobi no es tan solo el más fuerte, si no quien mejor usa todo de lo que dispone para cumplir su misión.
Se llevó ambas manos tras la nuca, contento con ese pensamiento. A su ver, su abuelo estaba haciendo un buen trabajo para llevarlo por el buen camino, muy a su pesar. Las formas quizás no siempre eran las más adecuadas. Pero por un camino u otro, las cosas siempre le iban empapando.
—Bueno, ¿y que tal te va todo? —hizo una leve pausa —ya hace tiempo que ni te veía por las calles de Kusa.
Aunque mas bien era él quien había estado encerrado, entrenando hasta el desfallecimiento. Casi parecía que se había caído en un caldero de proteínas.
¿Sería que ellos eran raros?
Daigo no ocultó que tendría que dejarla por el momento de lado en situaciones reales, o buscarle una solución temporal. Al menos podía destacarse en su decisión, que no le faltaba fuerza de voluntad. Pensaba seguir dándole vueltas a esa técnica, a pesar de que fuese tan complicada.
—Onindo no se hizo en un día... tómalo con calma —sentenció el rastas, encogiéndose de hombros.
»Además, supongo que no dependerás tan solo de esa técnica. Todo shinobi sabe defenderse con varias técnicas, y en caso extremo, siempre te queda la posibilidad de usar herramientas, o el propio cuerpo... como mi abuelo siempre suele decir, un buen shinobi no es tan solo el más fuerte, si no quien mejor usa todo de lo que dispone para cumplir su misión.
Se llevó ambas manos tras la nuca, contento con ese pensamiento. A su ver, su abuelo estaba haciendo un buen trabajo para llevarlo por el buen camino, muy a su pesar. Las formas quizás no siempre eran las más adecuadas. Pero por un camino u otro, las cosas siempre le iban empapando.
—Bueno, ¿y que tal te va todo? —hizo una leve pausa —ya hace tiempo que ni te veía por las calles de Kusa.
Aunque mas bien era él quien había estado encerrado, entrenando hasta el desfallecimiento. Casi parecía que se había caído en un caldero de proteínas.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~