7/02/2019, 20:13
(Última modificación: 7/02/2019, 20:13 por Aotsuki Ayame.)
—Te envidio, Ayame-san —dijo Cota.
—¡¿EH?! —preguntó Ayame, tan estupefacta como sorprendida. ¿En qué exacta parte de su relato alguien podría envidiarla?
Afortunadamente, Cota no tardó en explicarse:
—Quiero decir, dudo muchísimo que Amegakure quisiese aliarse con Uzushiogakure después de lo sucedido en aquel estadio el año pasado. No obstante... Accedieron para devolverte a la normalidad. Ya me gustaría a mí ser tan querido.
—Ah... —Suspiró ella, pero terminó por encogerse de hombros—. Pero dudo mucho que haya sido cuestión de que me quieran o no, Cota-san... Soy su Jinchūriki, ya sabes lo que eso significa. Estoy segura de que Kenzou-dono o Hanabi-dono habrían hecho lo mismo por Puro-san o ese Uchiha...
Cota se acercó un par de pasos tras haber devuelto el kunai a su lugar de origen; y, de golpe y porrazo, hincó la rodilla en la tierra.
—Ruego disculpes mi comportamiento de antes. Según parece toda precaución es poca en los tiempos que corren y bueno, no tenía conocimiento de lo que hicieron los Uzumaki por ti. Discúlpame tu también, Kori-san. Lamento habernos tenido que conocer de este modo.
—¡No, pero...! ¡No te arrodilles, por favor! —exclamó Ayame, haciendo bruscos aspavientos con las manos, completamente azorada.
—No hay nada que perdonar —habló Kōri, con aquel habitual tono de voz completamente carente de sentimientos—. Es normal, en los tiempos que corren. Es más, ojala a Ayame se le pegara un poco de esa precaución tuya.
—¡Oye! —protestó la muchacha. Fue entonces cuando se acordó de algo, y se volvió de nuevo hacia el de Kusagakure—. Oye, ¿y cómo está Puro-san? ¿Ha tenido algún problema con su Bijū o algo?
La última vez que le había visto había sido a través de los ojos de Kokuō, y no había sido precisamente en las mejores condiciones que se podrían desear. Y menos estando acompañado de Uchiha Datsue.
—¡¿EH?! —preguntó Ayame, tan estupefacta como sorprendida. ¿En qué exacta parte de su relato alguien podría envidiarla?
Afortunadamente, Cota no tardó en explicarse:
—Quiero decir, dudo muchísimo que Amegakure quisiese aliarse con Uzushiogakure después de lo sucedido en aquel estadio el año pasado. No obstante... Accedieron para devolverte a la normalidad. Ya me gustaría a mí ser tan querido.
—Ah... —Suspiró ella, pero terminó por encogerse de hombros—. Pero dudo mucho que haya sido cuestión de que me quieran o no, Cota-san... Soy su Jinchūriki, ya sabes lo que eso significa. Estoy segura de que Kenzou-dono o Hanabi-dono habrían hecho lo mismo por Puro-san o ese Uchiha...
Cota se acercó un par de pasos tras haber devuelto el kunai a su lugar de origen; y, de golpe y porrazo, hincó la rodilla en la tierra.
—Ruego disculpes mi comportamiento de antes. Según parece toda precaución es poca en los tiempos que corren y bueno, no tenía conocimiento de lo que hicieron los Uzumaki por ti. Discúlpame tu también, Kori-san. Lamento habernos tenido que conocer de este modo.
—¡No, pero...! ¡No te arrodilles, por favor! —exclamó Ayame, haciendo bruscos aspavientos con las manos, completamente azorada.
—No hay nada que perdonar —habló Kōri, con aquel habitual tono de voz completamente carente de sentimientos—. Es normal, en los tiempos que corren. Es más, ojala a Ayame se le pegara un poco de esa precaución tuya.
—¡Oye! —protestó la muchacha. Fue entonces cuando se acordó de algo, y se volvió de nuevo hacia el de Kusagakure—. Oye, ¿y cómo está Puro-san? ¿Ha tenido algún problema con su Bijū o algo?
La última vez que le había visto había sido a través de los ojos de Kokuō, y no había sido precisamente en las mejores condiciones que se podrían desear. Y menos estando acompañado de Uchiha Datsue.