16/02/2019, 08:49
"¿Por qué siento que se está montando un drama aquí?" Por que en realidad todos estaban sacando bastantes emociones. "Al final, quién se llevó la peor parte fue Hyūga." Suspiró mientras dialogaban, aunque luego su opinión fue requerida en aquel debate. "Cómo si de verdad les importara lo que voy a decir." Las cortesías no iban de la mano con él, principalmente porque muchas veces no eran honestas.
—Es lo hay que hacer, no tengo nada que objetar en todo caso—. Se encogió de hombros.
El hombre asintió con la cabeza y movió su mano para que la niña fuera a sentarse.
—Entonces hemos de continuar, pero antes tomaremos el desayuno. Una vez terminemos partiremos de inmediato con tal de llegar a Fukui antes del anochecer— Se dio la vuelta y fue hasta la mesa.
—No hay de otra— Negó con la cabeza mientras caminaba hasta la mesa.
Sería un desayuno tranquilo sin demasiada interferencia, salvo por las quejas de la pequeña respecto a los frijoles. La llovizna matinal bañaba los cultivos en las afueras mientras unos tímidos rayos de sol se escurrían entre las nubes sin que estas dejaran de llorar.
Y así, se dispondrían nuevamente a partir.
Uruku y su mujer les observarían desde la puerta mientras los shinobis se sentaban nuevamente en aquella carreta junto a la pequeña Warakko. Y sin embargo, se sentía mucho más espacioso, ante la ausencia del cuarto que inicio aquel viaje con ellos pero que no podría terminarlo junto a ellos.
—¿No se olvidan de nada verdad?— Voltearía a ver desde su asiento de conductor.
Warakko bostezó y negó con la cabeza
El Yotsuki se recostó sobre el borde, apoyando los brazos a lo largo mientras levantaba la cara al cielo con semblante sin emociones, ignorando la pregunta del cliente.
—Haremos lo que podamos por su amigo— agachó la cabeza la mujer.
—¡No se olviden de pasar a recogerlo!— carcajeó el señor.
Ambos agitaron sus manos para despedirse, mientras el anciano y su nieta correspondían de la misma forma.
—Es lo hay que hacer, no tengo nada que objetar en todo caso—. Se encogió de hombros.
El hombre asintió con la cabeza y movió su mano para que la niña fuera a sentarse.
—Entonces hemos de continuar, pero antes tomaremos el desayuno. Una vez terminemos partiremos de inmediato con tal de llegar a Fukui antes del anochecer— Se dio la vuelta y fue hasta la mesa.
—No hay de otra— Negó con la cabeza mientras caminaba hasta la mesa.
Sería un desayuno tranquilo sin demasiada interferencia, salvo por las quejas de la pequeña respecto a los frijoles. La llovizna matinal bañaba los cultivos en las afueras mientras unos tímidos rayos de sol se escurrían entre las nubes sin que estas dejaran de llorar.
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Y así, se dispondrían nuevamente a partir.
Uruku y su mujer les observarían desde la puerta mientras los shinobis se sentaban nuevamente en aquella carreta junto a la pequeña Warakko. Y sin embargo, se sentía mucho más espacioso, ante la ausencia del cuarto que inicio aquel viaje con ellos pero que no podría terminarlo junto a ellos.
—¿No se olvidan de nada verdad?— Voltearía a ver desde su asiento de conductor.
Warakko bostezó y negó con la cabeza
El Yotsuki se recostó sobre el borde, apoyando los brazos a lo largo mientras levantaba la cara al cielo con semblante sin emociones, ignorando la pregunta del cliente.
—Haremos lo que podamos por su amigo— agachó la cabeza la mujer.
—¡No se olviden de pasar a recogerlo!— carcajeó el señor.
Ambos agitaron sus manos para despedirse, mientras el anciano y su nieta correspondían de la misma forma.