22/02/2019, 14:33
Karamaru insistió en su pregunta, y la anciana esbozó una mueca de sorpresa al escucharle.
—Oh, ¡haber empezado por ahí, joven! —respondió, y cuando asintió varias veces las arrugas de su rostro se agitaron de forma casi antinatural—. El señor Sakana debe estar ahora trabajando, así que no le molestes mucho, ¿eh? ¿O es que vas a comprarle algo? En ese caso yo te recomiendo sus sardinas, ¡no sé cómo lo hace pero siempre las trae frescas frescas, ideales para un guisadito calentito. Sí, ya te digo yo que sí. Pero te recomiendo que te des prisa, a estas horas siempre tiene muuuuchos clientes. Ah, sí, su tienda está un poco más arriba —añadió, levantando un tembloroso dedo—. Justo al lado de la frutería del señor Ichigo. ¡Ay, me pregunto si ya habrá traído esas fresas suyas tan buenas! ¿Serías tan amable de acompañarme, joven? Esta lluvia me está pudriendo los huesos...
—Oh, ¡haber empezado por ahí, joven! —respondió, y cuando asintió varias veces las arrugas de su rostro se agitaron de forma casi antinatural—. El señor Sakana debe estar ahora trabajando, así que no le molestes mucho, ¿eh? ¿O es que vas a comprarle algo? En ese caso yo te recomiendo sus sardinas, ¡no sé cómo lo hace pero siempre las trae frescas frescas, ideales para un guisadito calentito. Sí, ya te digo yo que sí. Pero te recomiendo que te des prisa, a estas horas siempre tiene muuuuchos clientes. Ah, sí, su tienda está un poco más arriba —añadió, levantando un tembloroso dedo—. Justo al lado de la frutería del señor Ichigo. ¡Ay, me pregunto si ya habrá traído esas fresas suyas tan buenas! ¿Serías tan amable de acompañarme, joven? Esta lluvia me está pudriendo los huesos...