6/03/2019, 19:38
Karamaru ni siquiera reparó en la presencia del letrero que anunciaba la posición de la frutería de Ichigo, por lo que se vio obligado a parar a una nueva persona. Esta vez se trataba de un hombre joven, casi entrando en la treintena, que paseaba distraído bajo el amparo de un paraguas. Tenía el cabello castaño, corto, y los ojos de un vibrante color azul.
—Buen día, estoy buscando la pescadería del señor Sakana, ¿Me podría orientar por favor?
—Oh, buenos días, chico —respondió, con los ojos abiertos como platos. Desde luego, no parecía esperarse que alguien se dirigiera a él de repente (y mucho menos un shinobi). Sin embargo, no tardó mucho en reponerse de la sorpresa y levantó el dedo índice para señalar, justamente, a la espalda de Karamaru—. Eh... claro... está justo ahí. La acabas de pasar de largo.
Y no le mentía, el local estaba a poco más de cinco metros de distancia de su posición.
—Buen día, estoy buscando la pescadería del señor Sakana, ¿Me podría orientar por favor?
—Oh, buenos días, chico —respondió, con los ojos abiertos como platos. Desde luego, no parecía esperarse que alguien se dirigiera a él de repente (y mucho menos un shinobi). Sin embargo, no tardó mucho en reponerse de la sorpresa y levantó el dedo índice para señalar, justamente, a la espalda de Karamaru—. Eh... claro... está justo ahí. La acabas de pasar de largo.
Y no le mentía, el local estaba a poco más de cinco metros de distancia de su posición.