21/03/2019, 00:58
Bajo la atenta mirada del can, los genin chocaron sus puños. Un gesto amistoso y que declaraba aceptado el combate. Sencillo y poco sutil, pero la sutileza a veces está sobrevalorada. No obstante, y por si acaso no había quedado claro, también lo hizo publico de manera verbal el peliverde.
Etsu no podía contener la emoción, su sonrisa estaba más que acentuada. En realidad, igual que sucedía con su antagonista. Parecía también emocionado por poder combatir. Se alejó un paso apenas, y alzó una guardia de lo mas curiosa. Cerraba mucho su defensa en el core, de manera tosca y ruda. Jamás había visto una defensa así...
¿Acaso era otro estilo de lucha cuerpo a cuerpo familiar? Kusagakure no dejaba de sorprenderle.
Daigo lanzó el desafío al aire sugiriendo que ganase el mejor. Etsu sonrió aún mas, y aceptó con un gesto simple y sencillo de cabeza. Aún no había mostrado su defensa, quiso aguantarla hasta el final.
—Entonces intentaré ponértelo difícil... mi abuelo no me perdonaría que perdiese en un enfrentamiento con otro estilo familiar —aseguró el de orbes verdes.
Estiró el cuello hacia un lado, crujiendolo. Acto seguido, hizo lo mismo hacia el sentido contrario. Encogió los hombros en un par de movimientos circulares, y no tardó demasiado en alzar las manos hacia delante. En un principio, simplemente extendió los brazos hacia Daigo, con ambas palmas apuntando al chico. Pero poco a poco, recogió un poco el brazo derecho, manteniendo ambas manos a distintas distancias de su propio cuerpo. Cerró las manos, realizando casi los puños, pero curiosamente los dedos índice y corazón andaban un poco separados, como si sostuviese con éstos algún tipo de recipiente pequeño. Su cuerpo oscilaba de manera disimulada, al menos al principio. Pero poco después, la oscilación casi se convirtió en un baile aleatorio, en el cuál casi parecía estar tropezando con sus propios pies. Cabe destacar, que su posición de guardia inferior parecía ausente, así como sus modales de lucha... ¿en cabeza de quién se cruzaba las piernas mientras se mantiene una guardia? Definitivamente, no parecía una guardia convencional, y mucho menos un taijutsu sacado de escuela...
Etsu entornó los ojos, parecía realmente concentrado. De pronto, le surgió hipo. Casi saltó con e mismo, y por poco no se cae de espaldas. Tuvo que retroceder torpemente un par de pasos para evitarlo, o eso parecía. —¡V-vamo´s allá! —anunció, para con las mismas comenzar una acometida a toda velocidad. El retroceso no había sido mas que una excusa para coger mas distancia, en pos de tomar mas velocidad y fuerza en su acometida contra Daigo.
Corrió con súbita emoción, a toda velocidad, con la fuerza de cien toros. Directo, sin demasiadas oscilaciones. Como un meteorito que se precipita sobre una población para aniquilarla. Como el fin del mundo anunciado.
Pero no sucedió, apenas a un metro del chico, Etsu caería de boca contra el suelo, clavándose literalmente en la hierba. Tanto fue así, que literalmente hizo el pino, apoyado por su cabeza y brazos. Lejos de la realidad, absurda e ilógica, no había cesado su ataque. El chico lanzaría no una, ni dos, ni tres... si no tres patadas, en una rápida sucesión y de manera realmente.. ¿absurda? ¿qué clase de ataque era ese?
Pudiese esquivar o no su oponente tan extravagante y singular ataque, el Inuzuka caería con la última patada, quedando boca arriba en el suelo. Momento que aprovecharía para imitar a un buen borracho, haciendo como que bebía de una botella imaginaria con su diestra.
Etsu no podía contener la emoción, su sonrisa estaba más que acentuada. En realidad, igual que sucedía con su antagonista. Parecía también emocionado por poder combatir. Se alejó un paso apenas, y alzó una guardia de lo mas curiosa. Cerraba mucho su defensa en el core, de manera tosca y ruda. Jamás había visto una defensa así...
¿Acaso era otro estilo de lucha cuerpo a cuerpo familiar? Kusagakure no dejaba de sorprenderle.
Daigo lanzó el desafío al aire sugiriendo que ganase el mejor. Etsu sonrió aún mas, y aceptó con un gesto simple y sencillo de cabeza. Aún no había mostrado su defensa, quiso aguantarla hasta el final.
—Entonces intentaré ponértelo difícil... mi abuelo no me perdonaría que perdiese en un enfrentamiento con otro estilo familiar —aseguró el de orbes verdes.
Estiró el cuello hacia un lado, crujiendolo. Acto seguido, hizo lo mismo hacia el sentido contrario. Encogió los hombros en un par de movimientos circulares, y no tardó demasiado en alzar las manos hacia delante. En un principio, simplemente extendió los brazos hacia Daigo, con ambas palmas apuntando al chico. Pero poco a poco, recogió un poco el brazo derecho, manteniendo ambas manos a distintas distancias de su propio cuerpo. Cerró las manos, realizando casi los puños, pero curiosamente los dedos índice y corazón andaban un poco separados, como si sostuviese con éstos algún tipo de recipiente pequeño. Su cuerpo oscilaba de manera disimulada, al menos al principio. Pero poco después, la oscilación casi se convirtió en un baile aleatorio, en el cuál casi parecía estar tropezando con sus propios pies. Cabe destacar, que su posición de guardia inferior parecía ausente, así como sus modales de lucha... ¿en cabeza de quién se cruzaba las piernas mientras se mantiene una guardia? Definitivamente, no parecía una guardia convencional, y mucho menos un taijutsu sacado de escuela...
Etsu entornó los ojos, parecía realmente concentrado. De pronto, le surgió hipo. Casi saltó con e mismo, y por poco no se cae de espaldas. Tuvo que retroceder torpemente un par de pasos para evitarlo, o eso parecía. —¡V-vamo´s allá! —anunció, para con las mismas comenzar una acometida a toda velocidad. El retroceso no había sido mas que una excusa para coger mas distancia, en pos de tomar mas velocidad y fuerza en su acometida contra Daigo.
Corrió con súbita emoción, a toda velocidad, con la fuerza de cien toros. Directo, sin demasiadas oscilaciones. Como un meteorito que se precipita sobre una población para aniquilarla. Como el fin del mundo anunciado.
Pero no sucedió, apenas a un metro del chico, Etsu caería de boca contra el suelo, clavándose literalmente en la hierba. Tanto fue así, que literalmente hizo el pino, apoyado por su cabeza y brazos. Lejos de la realidad, absurda e ilógica, no había cesado su ataque. El chico lanzaría no una, ni dos, ni tres... si no tres patadas, en una rápida sucesión y de manera realmente.. ¿absurda? ¿qué clase de ataque era ese?
Pudiese esquivar o no su oponente tan extravagante y singular ataque, el Inuzuka caería con la última patada, quedando boca arriba en el suelo. Momento que aprovecharía para imitar a un buen borracho, haciendo como que bebía de una botella imaginaria con su diestra.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~