26/03/2019, 03:04
"Bien, bien. Problema arreglado por segunda vez en el día." se dijo a sí mismo, orgulloso y satisfecho.
Ambos habían terminado sus respectivos platillos, aunque no habían llamado al Yotsuki aún al escenario. "Por favor, hoy no hay tanta gente. ¿Por qué se están demorando tanto?" La razón podía ser un poco tonta, y es que estando acostumbrados a cierta temática de canciones por parte de su cliente frecuente. Tal, que el encargado se rascaba la cabeza y se preguntaba si se había confundido en la elección escrita en aquel papel. Incluso habían pasado otro par de aspirantes antes que él y que pidieron turno después, por las mismas dudas.
Finalmente, se animó a llamar al Yotsuki al escenario.
—Y ahora, ¡King Rōga!— anunció.
Un par de de los presentes alzaron la vista, aunque otros como la mesera ya estaban más que acostumbrados y continuaron con su rutina cómo si nada.
—¡Ya era hora maldita sea!— Se levantó rápidamente. —¡Y ahora te voy a demostrar lo profundo que puede llegar a ser el rock!— Y salió corriendo hasta el escenario.
El encargado le vio, luego posó su vista en el papel y nuevamente observó al de cabellos tricolor subir al escenario. No pensaba que él fuese a cantar algo cómo eso.
"Creo que, es la mejor opción." A él no le iban las baladas románticas, ni tampoco las canciones exageradamente deprimentes. Y aún así, había algo que solía rondar su cabeza: la vida que le tocó vivir. Su padre solía reproducir aquella canción desde que él era muy pequeño, así que creció con ella. No fue sino hasta que se graduó, que finalmente pudo apreciar su significado. Definitivamente, era la más indicada.
La pista empezó a sonar, siendo esta una lenta melodía en guitarra. El Yotsuki tomó el micrófono, silbando suavemente de manera que complementaba la música. Cerró los ojos, esperando el momento y tiempo justo.
Calló, cerrando los ojos y silbando nuevamente antes de continuar con los versos.
Entonces, respiró hondo, justo cuando el rodoble anunciaba el coro. No cantaba sólo por cantar, pues para poder transmitir lo que realmente sentía, debía convencerse de creer sus palabras.
Se sacudió la cabeza, para luego arreglarse el fleco y abrir los ojos. Tenía a todo un público enfrente, aunque no estaba mirando realmente a ninguno. No, su mente visualizaba escenas que sus mayores alguna vez le contaron.
Desprendió el micrófono de su pedestal y empezó a caminar por el escenario con la vista en alto. Quería dar algo a entender, que escucharan algo que muchos solían ignorar.
Nuevamente se puso al frente de todos, agachándose con una rodilla al suelo mientras alzaba la mirada, mirando una imaginaria luz delante de sí.
Finalmente, complementó su cantar, rematando con el mismo melodioso silbido que dio inicio al espectáculo.
Ambos habían terminado sus respectivos platillos, aunque no habían llamado al Yotsuki aún al escenario. "Por favor, hoy no hay tanta gente. ¿Por qué se están demorando tanto?" La razón podía ser un poco tonta, y es que estando acostumbrados a cierta temática de canciones por parte de su cliente frecuente. Tal, que el encargado se rascaba la cabeza y se preguntaba si se había confundido en la elección escrita en aquel papel. Incluso habían pasado otro par de aspirantes antes que él y que pidieron turno después, por las mismas dudas.
Finalmente, se animó a llamar al Yotsuki al escenario.
—Y ahora, ¡King Rōga!— anunció.
Un par de de los presentes alzaron la vista, aunque otros como la mesera ya estaban más que acostumbrados y continuaron con su rutina cómo si nada.
—¡Ya era hora maldita sea!— Se levantó rápidamente. —¡Y ahora te voy a demostrar lo profundo que puede llegar a ser el rock!— Y salió corriendo hasta el escenario.
El encargado le vio, luego posó su vista en el papel y nuevamente observó al de cabellos tricolor subir al escenario. No pensaba que él fuese a cantar algo cómo eso.
"Creo que, es la mejor opción." A él no le iban las baladas románticas, ni tampoco las canciones exageradamente deprimentes. Y aún así, había algo que solía rondar su cabeza: la vida que le tocó vivir. Su padre solía reproducir aquella canción desde que él era muy pequeño, así que creció con ella. No fue sino hasta que se graduó, que finalmente pudo apreciar su significado. Definitivamente, era la más indicada.
La pista empezó a sonar, siendo esta una lenta melodía en guitarra. El Yotsuki tomó el micrófono, silbando suavemente de manera que complementaba la música. Cerró los ojos, esperando el momento y tiempo justo.
Recorriendo Yachi
Rumbo al Valle del Fin
Atento a las lluvias del cambio.
En una noche de otoño en Entretiempo
Los shinobi marchaban
Atentos a las lluvias del cambio.
Rumbo al Valle del Fin
Atento a las lluvias del cambio.
En una noche de otoño en Entretiempo
Los shinobi marchaban
Atentos a las lluvias del cambio.
Calló, cerrando los ojos y silbando nuevamente antes de continuar con los versos.
Ōnindo se está cerrando
¿Alguna vez pensaste
qué podríamos estar todos juntos, cómo hermanos?
El destino está en la brisa
puedo sentirlo en todos lados
soplando con las lluvias del cambio.
¿Alguna vez pensaste
qué podríamos estar todos juntos, cómo hermanos?
El destino está en la brisa
puedo sentirlo en todos lados
soplando con las lluvias del cambio.
Entonces, respiró hondo, justo cuando el rodoble anunciaba el coro. No cantaba sólo por cantar, pues para poder transmitir lo que realmente sentía, debía convencerse de creer sus palabras.
Llévame a un momento mágico
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana sueñan
Con las lluvias del cambio
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana sueñan
Con las lluvias del cambio
Se sacudió la cabeza, para luego arreglarse el fleco y abrir los ojos. Tenía a todo un público enfrente, aunque no estaba mirando realmente a ninguno. No, su mente visualizaba escenas que sus mayores alguna vez le contaron.
Caminando por la aldea
Recuerdos distantes
Yacen enterrados en el pasado
Eternamente
Recorriendo Yachi
Rumbo al Valle del Fin
atento a las lluvias del cambio
Llévame a un momento mágico
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana comparten sus sueños
Contigo y conmigo
Llévame a un momento mágico
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana sueñan
Con las lluvias del cambio
Recuerdos distantes
Yacen enterrados en el pasado
Eternamente
Recorriendo Yachi
Rumbo al Valle del Fin
atento a las lluvias del cambio
Llévame a un momento mágico
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana comparten sus sueños
Contigo y conmigo
Llévame a un momento mágico
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana sueñan
Con las lluvias del cambio
Desprendió el micrófono de su pedestal y empezó a caminar por el escenario con la vista en alto. Quería dar algo a entender, que escucharan algo que muchos solían ignorar.
Las lluvias del cambio azotan firmes
Encarando al tiempo
Cómo una tormenta que hará resonar
La campana de la libertad para la tranquilidad del espíritu
...Deja que tu shamisen cante
Lo que mi guitarra tiene que decir...
Encarando al tiempo
Cómo una tormenta que hará resonar
La campana de la libertad para la tranquilidad del espíritu
...Deja que tu shamisen cante
Lo que mi guitarra tiene que decir...
Nuevamente se puso al frente de todos, agachándose con una rodilla al suelo mientras alzaba la mirada, mirando una imaginaria luz delante de sí.
Llévame a un momento mágico
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana comparten sus sueños
Contigo y conmigo
Llévame a un momento mágico
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana sueñan
Con las lluvias del cambio
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana comparten sus sueños
Contigo y conmigo
Llévame a un momento mágico
En una gloriosa noche
Donde los niños del mañana sueñan
Con las lluvias del cambio
Finalmente, complementó su cantar, rematando con el mismo melodioso silbido que dio inicio al espectáculo.