29/03/2019, 17:40
En alguno de los últimos días de Bienvenida de 219...
La puerta del calabozo se cerró tras de él con un enorme y metálico estruendo. Daruu suspiró. Estaba harto de aquello. Estaba harto de todo.
Ayame llevaba encerrada dentro de Kokuo, ¿cuánto? ¿meses, ya? Ya casi ni podía concentrarse en los entrenamientos. Subió por las escaleras, saludando al guardia que le miró, como siempre, con cara de malos amigos, y llegó finalla cmente a la planta baja. Caminó hasta la recepción, y se quedó mirando al mostrador durante un largo minuto...
¿...y si...?
Quizás, lo que necesitaba era algún entretenimiento. Para no pensar en ello.
Unos minutos después, Daruu estaba sentado en las escaleras, con un curioso pergamino de misión en la mano. Una tarea de rango C que le había parecido de lo más intrigante. No es que él creyera en esas cosas, pero sentía... curiosidad.
Esperaba que lo de 'la curiosidad mató al gato' no le pasase a él. Se rió tristemente como un tonto.
Aunque estaba preocupado. Tenía que haberlo supuesto, porque ahora era chuunin y es lo que se esperaba de él. Pero aún así, estaba preocupado: le habían asignado a un genin. ¡A su cargo! Era su primera vez. ¿Lo haría bien? ¿Con todas aquellas preocupaciones en la cabeza?
No —negó con la cabeza—. Era precisamente eso lo que andaba buscando. Una distracción. Emplearse al cien por cien en algo para olvidarse de aquél calabozo, de aquella situación.