4/04/2019, 04:18
(Última modificación: 4/04/2019, 04:21 por Hanamura Kazuma. Editado 1 vez en total.)
Su primer viaje al extranjero tenía un matiz extraño: por un lado, se encontraba a gran distancia de Kusagakure, visitando Arashi no Kuni; y por el otro se encontraba en las Tierras de la Llovizna, región aledaña a su pueblo natal, ubicado en el Paraje sin sol. Se imaginaba que todos los viajes a una región fronteriza debían de aportar ese curioso equilibrio entre las sensaciones de lejanía y proximidad.
Por norma general se limitaba conocer primero los rincones de su país; pero la posibilidad de acompañar a un importante geólogo a una expedición era algo que no podía perderse. El estudioso en cuestión era Kako Mikitada, un amigo y colaborador de su maestro. Kazuma había logrado unirse a la expedición sumando la petición de su maestro y su ofrecimiento voluntario como guardaespaldas. El grupo ya había contratado a varios ninjas locales para el asunto de la protección, pero tener un par de ojos extras, sin costo alguno, era una buena oferta. Por supuesto, tratándose de un chiquillo se limitaron darle solo la información más superficial; aunque él se aseguraba de prestar atención para enterarse de cuanto pudiese, a pesar de que aquello implicase escuchar a escondidas.
La expedición llego a Yachi durante una tarde y el clima les recibió con una lluvia leve y cálida. Mikitada dispuso el acomodamiento de sus trabajadores en una de las posadas, y luego se fue escoltado a una importante reunión para poner en orden el correspondiente papeleo.
Kazuma aún no sabía con certeza que iban a hacer allí, pero la incertidumbre era parte de su concepto de aventura. Sabiendo que tendría un tiempo libre, y queriendo aprovecharlo, abandonó su habitación y fue explorar el pueblo.
Por norma general se limitaba conocer primero los rincones de su país; pero la posibilidad de acompañar a un importante geólogo a una expedición era algo que no podía perderse. El estudioso en cuestión era Kako Mikitada, un amigo y colaborador de su maestro. Kazuma había logrado unirse a la expedición sumando la petición de su maestro y su ofrecimiento voluntario como guardaespaldas. El grupo ya había contratado a varios ninjas locales para el asunto de la protección, pero tener un par de ojos extras, sin costo alguno, era una buena oferta. Por supuesto, tratándose de un chiquillo se limitaron darle solo la información más superficial; aunque él se aseguraba de prestar atención para enterarse de cuanto pudiese, a pesar de que aquello implicase escuchar a escondidas.
La expedición llego a Yachi durante una tarde y el clima les recibió con una lluvia leve y cálida. Mikitada dispuso el acomodamiento de sus trabajadores en una de las posadas, y luego se fue escoltado a una importante reunión para poner en orden el correspondiente papeleo.
Kazuma aún no sabía con certeza que iban a hacer allí, pero la incertidumbre era parte de su concepto de aventura. Sabiendo que tendría un tiempo libre, y queriendo aprovecharlo, abandonó su habitación y fue explorar el pueblo.