4/04/2019, 13:00
Resultaba reconfortante ver que Daigo no solo se dispuso a seguirme el juego, sino que bordó su actuación. Llegados a aquel punto sentí como que me seguiría tomase la decisión que tomase. Lo que en cierto modo me sorprendió fue que aquellos dos reculasen con el rabo entre las piernas, deseando desaparecer de allí y salir por patas. Buenos, los dos no, solo el que tenía un mínimo de cordura, el otro estaba deseando que nos liasemos a palos.
—Ninjas, esto no tiene por qué acabar malamente para ninguno de nosotros —comenzó Ushi, mientras Ashi se mantenía callado taladrando con la mirada a Yota—. Hagamos algo. Nosotros nos vamos por allí —dijo, señalando con uno de sus dedos regordetes como salchichas al extremo del callejón que tenían a su espalda—, y vosotros os vais por allí. Cada uno a su casa, y los dioses en las de todos. Sin sangre, sin más problemas.
El cuerdo quiso asegurarse de que su compañero no hacía gilipollez alguna, dedicándole una mirada en la que le suplicaba que se controlase y no me cometiese alguna estupidez.
—Hmpf, como quieras —bufó, molesto—. Yo me abro.
El descerebrado entonces se dispuso a recoger su arma y devolverla a su funda. Pero yo no estaba dispuesto a dejar las cosas así sin más.
— Mirad, ya os he dicho lo que hay que hacer para que podáis iros de aquí de una sola pieza y la verdad es que no me caracterizo por disponer de una gran paciencia
Avancé un par de pasos alternando la vista entre los dos tipos para terminar observando aquel desecho de yonki conversando con Kumopansa.
— Hay que joderse, tronco, ¿los humanos os creéis muy especialitos, eh? ¿qué coño tiene de raro que yo también sepa hablar? — le dijo el arácnido al yonki.
— Sigo esperando una sentida disculpa o me obligarás a hacer algo que no querría hacer
Aquella iba a ser la última de las advertencias.
—Ninjas, esto no tiene por qué acabar malamente para ninguno de nosotros —comenzó Ushi, mientras Ashi se mantenía callado taladrando con la mirada a Yota—. Hagamos algo. Nosotros nos vamos por allí —dijo, señalando con uno de sus dedos regordetes como salchichas al extremo del callejón que tenían a su espalda—, y vosotros os vais por allí. Cada uno a su casa, y los dioses en las de todos. Sin sangre, sin más problemas.
El cuerdo quiso asegurarse de que su compañero no hacía gilipollez alguna, dedicándole una mirada en la que le suplicaba que se controlase y no me cometiese alguna estupidez.
—Hmpf, como quieras —bufó, molesto—. Yo me abro.
El descerebrado entonces se dispuso a recoger su arma y devolverla a su funda. Pero yo no estaba dispuesto a dejar las cosas así sin más.
— Mirad, ya os he dicho lo que hay que hacer para que podáis iros de aquí de una sola pieza y la verdad es que no me caracterizo por disponer de una gran paciencia
Avancé un par de pasos alternando la vista entre los dos tipos para terminar observando aquel desecho de yonki conversando con Kumopansa.
— Hay que joderse, tronco, ¿los humanos os creéis muy especialitos, eh? ¿qué coño tiene de raro que yo también sepa hablar? — le dijo el arácnido al yonki.
— Sigo esperando una sentida disculpa o me obligarás a hacer algo que no querría hacer
Aquella iba a ser la última de las advertencias.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa