7/04/2019, 13:31
Ambos de acuerdo, Roga y Ayame sellaron su acuerdo pagando la comida del otro.
—Nada mejor que una buena comida luego de un duelo —dijo él, recogiendo sus pertenencias antes de levantarse de la mesa. Ayame hizo lo propio, aún extrañada de que el muchacho hubiese dejado más dinero del que tocaba en el platillo y no esperara la vuelta, pero teniendo en cuenta que Roga parecía conocer de sobra aquel sitio, supuso que sabía lo que se hacía—. Yo por ahora regresaré a casa, que tengo más entrenamientos pendientes. La próxima vez que nos veamos deberíamos enfrentarnos de nuevo para comprobar nuestro progreso, ¡uno siempre debe seguir mejorando! Pero recuerda mis palabras: te voy a alcanzar, no importa cuanto me tarde, pero lo haré —Sonrío desafiante—. Tú consigue esa placa plateada y demuéstrale a tu papá de lo que eres capaz, por ahora, debo decir hasta luego.
Ella rio.
—Por supuesto, seguiré entrenando. ¡No puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo me alcanzas! La próxima vez que nos veamos mediremos nuestras fuerzas, a ver cuánto hemos mejorado. Y... con suerte... yo ya tendré una placa plateada conmigo.
Aunque, sinceramente, dudaba de aquello último.
Sin embargo, se terminó de despedir de Roga y reanudó el camino hacia su hogar con una alegre sensación en su pecho. Siempre era agradable hacer nuevos amigos, y en los últimos meses no había tenido mucho más que malas experiencias. Roga había sido un viento de aire fresco.
—Nada mejor que una buena comida luego de un duelo —dijo él, recogiendo sus pertenencias antes de levantarse de la mesa. Ayame hizo lo propio, aún extrañada de que el muchacho hubiese dejado más dinero del que tocaba en el platillo y no esperara la vuelta, pero teniendo en cuenta que Roga parecía conocer de sobra aquel sitio, supuso que sabía lo que se hacía—. Yo por ahora regresaré a casa, que tengo más entrenamientos pendientes. La próxima vez que nos veamos deberíamos enfrentarnos de nuevo para comprobar nuestro progreso, ¡uno siempre debe seguir mejorando! Pero recuerda mis palabras: te voy a alcanzar, no importa cuanto me tarde, pero lo haré —Sonrío desafiante—. Tú consigue esa placa plateada y demuéstrale a tu papá de lo que eres capaz, por ahora, debo decir hasta luego.
Ella rio.
—Por supuesto, seguiré entrenando. ¡No puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo me alcanzas! La próxima vez que nos veamos mediremos nuestras fuerzas, a ver cuánto hemos mejorado. Y... con suerte... yo ya tendré una placa plateada conmigo.
Aunque, sinceramente, dudaba de aquello último.
Sin embargo, se terminó de despedir de Roga y reanudó el camino hacia su hogar con una alegre sensación en su pecho. Siempre era agradable hacer nuevos amigos, y en los últimos meses no había tenido mucho más que malas experiencias. Roga había sido un viento de aire fresco.