8/04/2019, 21:44
"¿Algo personal?" No tenía una pista clara de cómo comparar aquello. ¿Sería orgullo? Era lo único que se le venía a la cabeza, aunque también era consciente de que no tenía prueba alguna de ello, por lo que su apresurada conclusión no tenía un fundamento real en el cuál basarse. Sólo sabía, que al menos Daruu tenía muchas historias interesantes a sus espaldas y que se quedaría con las ganas de escucharlas porque tenían un trabajo por delante. "Ahhhh, bien dicen que el tiempo es valioso, me gustaría tener más." Suspiró nuevamente echando a andar.
Observó al chūnin, el cuál parecía tener sensaciones encontradas con el ominoso paisaje que les rodeaba. Por su lado, el Yotsuki estaba mucho más relajado, aunque sabía guardar respeto por el lugar que pisaban. Aún no había llegado la más cruda de las horas nocturnas, pero el ambiente de por sí era bastante lúgubre a simple vista.
Pensó, entonces. Y se removió incómodo mientras seguía los pasos del jefe de operaciones.
—No sé que podría querer alguien aquí. ¿Las ofrendas a los difuntos? Hay que ser muy desgraciado para profanar este lugar— se mantenía con los brazos cruzados y con la vista al frente. —Pero los motivos no nos incumben, sólo debemos constatar las sospechas— lo dijo casi con lástima. —¿Qué lugar considerarías correcto para montar la guardia? Estamos en la periferia, pero no sé si quieres adentrarte en el corazón del cementerio— sugirió.
Actuaba diligentemente, pero eso era porque tenía una certeza de que la misión iba a ser cumplida desde el momento que pusieron su nombre en ese pergamino. No procesaba margen de error.
Observó al chūnin, el cuál parecía tener sensaciones encontradas con el ominoso paisaje que les rodeaba. Por su lado, el Yotsuki estaba mucho más relajado, aunque sabía guardar respeto por el lugar que pisaban. Aún no había llegado la más cruda de las horas nocturnas, pero el ambiente de por sí era bastante lúgubre a simple vista.
Pensó, entonces. Y se removió incómodo mientras seguía los pasos del jefe de operaciones.
—No sé que podría querer alguien aquí. ¿Las ofrendas a los difuntos? Hay que ser muy desgraciado para profanar este lugar— se mantenía con los brazos cruzados y con la vista al frente. —Pero los motivos no nos incumben, sólo debemos constatar las sospechas— lo dijo casi con lástima. —¿Qué lugar considerarías correcto para montar la guardia? Estamos en la periferia, pero no sé si quieres adentrarte en el corazón del cementerio— sugirió.
Actuaba diligentemente, pero eso era porque tenía una certeza de que la misión iba a ser cumplida desde el momento que pusieron su nombre en ese pergamino. No procesaba margen de error.