9/04/2019, 04:37
—¿Huh?— El Yotsuki creyó escuchar una voz, una muy suave que fácilmente podía confundirse con el sonido del viento y por ende resultando en una alucinación auditiva. Y sin embargo, se molestó en levantar el kasa con su mano para que sus ojos pudiesen escudriñar al chico de cabellos blancuzcos. —¿Me estás tratando de usted?— Aquello era lo que más le intrigaba, puesto que Ranko también le mostró el mismo respeto. Se levantó lentamente, quedando de pie en la rama y con los brazos cruzados. No alcanzaba a ver el símbolo de la bandana del otro ya que este estaba cubierto por una maraña de pelos.
"Ni mi abuelo tiene esos modales." Y eso que era el más tradicional de su familia. Normalmente, los chicos de su edad no recibían ese respeto por parte de sus colegas, ni siquiera por parte de los adultos. Tenías que tener una educación muy especial y estricta para ello, una que desde luego el de cabellos tricolor no recibió.
Y sin embargo, algo más captó su atención. Oh, aquellos cabellos esmeraldas, ese músculo formado, y esa cara de idiota. Sí, era él. "Quizás el viaje si valió la pena~" Sonrío macabramente, pues mientras los dos genin de Kusa parecían discutir, el de la lluvia flexionó las rodillas para tomar vuelo. "Muéstrale a lobo tus verdaderos puños." Bastaron dos pasos, para luego tirarse en picado a toda velocidad en contra del rostro de Daigo.
—¡TSU-KI-YA-MA!— Fue el grito de guerra de su acometida.
"Ni mi abuelo tiene esos modales." Y eso que era el más tradicional de su familia. Normalmente, los chicos de su edad no recibían ese respeto por parte de sus colegas, ni siquiera por parte de los adultos. Tenías que tener una educación muy especial y estricta para ello, una que desde luego el de cabellos tricolor no recibió.
Y sin embargo, algo más captó su atención. Oh, aquellos cabellos esmeraldas, ese músculo formado, y esa cara de idiota. Sí, era él. "Quizás el viaje si valió la pena~" Sonrío macabramente, pues mientras los dos genin de Kusa parecían discutir, el de la lluvia flexionó las rodillas para tomar vuelo. "Muéstrale a lobo tus verdaderos puños." Bastaron dos pasos, para luego tirarse en picado a toda velocidad en contra del rostro de Daigo.
—¡TSU-KI-YA-MA!— Fue el grito de guerra de su acometida.