9/04/2019, 05:20
Y entonces, el duelo llegó a su inicio, nudo y desenlace en menos de un parpadeo.
No sabía el chico del rayo, de lo afortunado que era de que Rey Colmillo de Lobo fuese su rival. Porque él era misericordioso, porqué el era benevolente. Otros no lo harían morder el polvo con tanta piedad. Y es que, sus intenciones iniciales fueron las de humillarlo, pero con el fin de enseñarle dónde estaba su lugar. Y es que, sí, Rōga ha comido tierra más veces de las que quisiera. Y sin embargo, siempre ha tratado de aprender de ello. Pero, hubo una en especial que le marcó. Esa, esa vez era la única lección la cuál no podía aceptar. Tan simple cómo que alguien que tachó el símbolo de su placa no podía decirle cómo ser, y que por ello el continuaría una y otra vez luciéndose ante los demás. No se arrepentía; lo volvería a hacer una de nuevo.
Y es por ello, que soportó el embite rival. No era ni de cerca, el peor golpe que hubiese recibido en su vida. Y es por ello, que con su propio brazo, empujaría a aquel saco de carne hacia abajo, con toda la brutalidad posible pero sin llegar a niveles letales o que pudiesen lesionarlo. Amenokami no lo eligió, él mismo tomó la bandera y por ende era el cielo el que debería estar agradecido de tener un hijo como él. Recalco, que por ello, tumbaría a su oponente con todo el orgullo de ser un Yotsuki... O mejor dicho, el de ser un King de Amegakure.
Tal vez le dolería el cuello, y tal vez la descarga eléctrica le dejara tensa la espalda cómo prostituta cansada luego de una larga jornada. Pero él, él sería el que quedaría de pie con la vista en alto, él que observaría victorioso al rival en el suelo.
No sabía el chico del rayo, de lo afortunado que era de que Rey Colmillo de Lobo fuese su rival. Porque él era misericordioso, porqué el era benevolente. Otros no lo harían morder el polvo con tanta piedad. Y es que, sus intenciones iniciales fueron las de humillarlo, pero con el fin de enseñarle dónde estaba su lugar. Y es que, sí, Rōga ha comido tierra más veces de las que quisiera. Y sin embargo, siempre ha tratado de aprender de ello. Pero, hubo una en especial que le marcó. Esa, esa vez era la única lección la cuál no podía aceptar. Tan simple cómo que alguien que tachó el símbolo de su placa no podía decirle cómo ser, y que por ello el continuaría una y otra vez luciéndose ante los demás. No se arrepentía; lo volvería a hacer una de nuevo.
Y es por ello, que soportó el embite rival. No era ni de cerca, el peor golpe que hubiese recibido en su vida. Y es por ello, que con su propio brazo, empujaría a aquel saco de carne hacia abajo, con toda la brutalidad posible pero sin llegar a niveles letales o que pudiesen lesionarlo. Amenokami no lo eligió, él mismo tomó la bandera y por ende era el cielo el que debería estar agradecido de tener un hijo como él. Recalco, que por ello, tumbaría a su oponente con todo el orgullo de ser un Yotsuki... O mejor dicho, el de ser un King de Amegakure.
Tal vez le dolería el cuello, y tal vez la descarga eléctrica le dejara tensa la espalda cómo prostituta cansada luego de una larga jornada. Pero él, él sería el que quedaría de pie con la vista en alto, él que observaría victorioso al rival en el suelo.