9/04/2019, 14:02
Raitaro sintió entonces, continuando por donde quedaba, como su cuerpo estaba en suspensión. El lariat ya no empujaba, y en contraposición, flaqueó. Su cuerpo se disparó repentinamente contra el suelo, inevitable por el poder multiplicado de aquélla técnica - ¿¡Qué pasa!? - proyectó su mente confusa. El impacto fue duro, aunque su cuerpo y el chakra de su brazo, resistieron con dureza el golpe. Posiblemente, de no ser por todo ello, Raitaro hubiera resultado gravemente herido, pero la lección que había recibido valía dos lariat como ese: Nunca subestimes a un rival.
Raitaro quedó tendido en el suelo, mientras la lluvia caía sobre su cuerpo magullado por el roce con el suelo - M... Me ha... ¿Me ha vencido? - se preguntaba mirando sus puños apretar contra el suelo mojado. Con esfuerzo se levantó, miró de frente a Samidare por unos instantes. Apretaba sus dientes, en cualquier momento podría haber ladrado y mordido a Roga a juzgar por su gesto - ¿Cómo ha podido pasar? ¿Tanto esfuerzo... Para nada? - maldijo internamente. Cerró sus ojos en símbolo de autocontrol, y con las dificultades que supuso, se puso todo lo recto que pudo - Enhorabuena, chico... Has demostrado lo equivocado que estaba. Reconozco tu fuerza, y supongo que tus canciones no van mal encaminadas al fin y al cabo... - reconocía, teniendo cierta dificultad para hablar con soltura. Tragó saliva, y aún en semejante posición, con una sonrisa que podía reflejar complicidad y una mirada burlesca al mismo tiempo, sonrió levemente - Aunque... Tus letras pueden llevar sentido... ¡Pero tengo un magnífico oído y cantas de pena! - finalizó. Raitaro había perdido la batalla, pero no por ello la guerra. A partir de ahí, el pelirrojo comprendió que la edad no tenía nada que ver con el poder de los ninjas. Éstos se educan de forma extraordinaria, y la verdadera edad de un ninja debía ser el tiempo que llevaba entregado a su práctica - ¡Que sepas que voy a entrenar mi lariat, cada día voy a hacer lo posible por alcanzarte, y una vez lo haga, tendrás que reconocer que te equivocaste conmigo! - exclamó Raitaro bastante emocionado. Ahora tenía una meta, y meta a meta es como se crece. Raitaro no iba a flaquear en su intento de convertirse en un verdadero shinobi - Espero que también te prepares... Porque la próxima vez, seré yo quien te lance por los aires... - finalizó un sonriente y cálido Raitaro.
Raitaro quedó tendido en el suelo, mientras la lluvia caía sobre su cuerpo magullado por el roce con el suelo - M... Me ha... ¿Me ha vencido? - se preguntaba mirando sus puños apretar contra el suelo mojado. Con esfuerzo se levantó, miró de frente a Samidare por unos instantes. Apretaba sus dientes, en cualquier momento podría haber ladrado y mordido a Roga a juzgar por su gesto - ¿Cómo ha podido pasar? ¿Tanto esfuerzo... Para nada? - maldijo internamente. Cerró sus ojos en símbolo de autocontrol, y con las dificultades que supuso, se puso todo lo recto que pudo - Enhorabuena, chico... Has demostrado lo equivocado que estaba. Reconozco tu fuerza, y supongo que tus canciones no van mal encaminadas al fin y al cabo... - reconocía, teniendo cierta dificultad para hablar con soltura. Tragó saliva, y aún en semejante posición, con una sonrisa que podía reflejar complicidad y una mirada burlesca al mismo tiempo, sonrió levemente - Aunque... Tus letras pueden llevar sentido... ¡Pero tengo un magnífico oído y cantas de pena! - finalizó. Raitaro había perdido la batalla, pero no por ello la guerra. A partir de ahí, el pelirrojo comprendió que la edad no tenía nada que ver con el poder de los ninjas. Éstos se educan de forma extraordinaria, y la verdadera edad de un ninja debía ser el tiempo que llevaba entregado a su práctica - ¡Que sepas que voy a entrenar mi lariat, cada día voy a hacer lo posible por alcanzarte, y una vez lo haga, tendrás que reconocer que te equivocaste conmigo! - exclamó Raitaro bastante emocionado. Ahora tenía una meta, y meta a meta es como se crece. Raitaro no iba a flaquear en su intento de convertirse en un verdadero shinobi - Espero que también te prepares... Porque la próxima vez, seré yo quien te lance por los aires... - finalizó un sonriente y cálido Raitaro.