9/04/2019, 23:52
— ¡Kumopansa, me llamo Kumopansa! — vociferó el animal ante los comentarios del yonki — Ni que yo te hubiese llamado humano... Ni siquiera nos has dicho tu nombre
Ni siquiera me di cuenta de los chillidos del arácnido, que estaba tratando de ser respetada por el yonki, aunque a decir verdad no estaba teniendo demasiado éxito.
— Entonces no tendrá problemas en pedir la disculpa que sin duda merece mi hermano
Era consciente. Estaba llevando aquello al extremo. De hecho, habría conseguido el objetivo inicial, el cuál era evitar que aquel tipo perdiese uno de sus preciados dedos. Los gorilas ya estaban dispuestos a largarse de allí y desaparecer de nuestra vista. Y aunque me importase una mierda los asuntos que tenían entre manos aquellos tres. Aprovecharse de alguien en aquel estado era de lo más barriobajero que uno podría echarse en cara, así que consideraba que una buena lección les sentaría de maravilla.
El gorila precavido lo volvió a intentar, diciendo que, efectivamente, sentían mucho todo aquello. Pero la única verdad allí era que lo único que buscaba era huir con el rabo entre las piernas. Y ambos dieron media vuelta y trataron de irse, aprovechándose de la actitud de Daigo.
«Y una puta mierda» me dije a mi mismo.
Mis manos se alzaron y de mis dedos índices salieron dos telarañas las cuales se clavaron por la espalda de la camisa de ambos.
— Me temo que no puedo aceptar esto como una disculpa — dije, mientras las manos se juntaron y formaron una cadena de sellos manuales.
— ¡Raiton: Kangekiha!
Las telarañas empezaron a emitir un destello de chispas, como si fuera la mecha que iba a hacer explotar una dinamita. Y en cierto modo así fue, pues irremediablemente, aquel jutsu eléctrico terminaría por descargar todo su poder en el cuerpo de aquel par de matones.
Ni siquiera me di cuenta de los chillidos del arácnido, que estaba tratando de ser respetada por el yonki, aunque a decir verdad no estaba teniendo demasiado éxito.
— Entonces no tendrá problemas en pedir la disculpa que sin duda merece mi hermano
Era consciente. Estaba llevando aquello al extremo. De hecho, habría conseguido el objetivo inicial, el cuál era evitar que aquel tipo perdiese uno de sus preciados dedos. Los gorilas ya estaban dispuestos a largarse de allí y desaparecer de nuestra vista. Y aunque me importase una mierda los asuntos que tenían entre manos aquellos tres. Aprovecharse de alguien en aquel estado era de lo más barriobajero que uno podría echarse en cara, así que consideraba que una buena lección les sentaría de maravilla.
El gorila precavido lo volvió a intentar, diciendo que, efectivamente, sentían mucho todo aquello. Pero la única verdad allí era que lo único que buscaba era huir con el rabo entre las piernas. Y ambos dieron media vuelta y trataron de irse, aprovechándose de la actitud de Daigo.
«Y una puta mierda» me dije a mi mismo.
Mis manos se alzaron y de mis dedos índices salieron dos telarañas las cuales se clavaron por la espalda de la camisa de ambos.
— Me temo que no puedo aceptar esto como una disculpa — dije, mientras las manos se juntaron y formaron una cadena de sellos manuales.
— ¡Raiton: Kangekiha!
Las telarañas empezaron a emitir un destello de chispas, como si fuera la mecha que iba a hacer explotar una dinamita. Y en cierto modo así fue, pues irremediablemente, aquel jutsu eléctrico terminaría por descargar todo su poder en el cuerpo de aquel par de matones.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa