11/04/2019, 03:54
"¡Perdido estoy yo con tantos bambúes iguales!" Refunfuñaba para sus adentros mientras por fuera inflaba los cachetes.
Continuando con su travesía a través del País del Bosque, sus pasos le llevaron hasta el paraje del bambú, aunque luego de releer el mapa que tenía en manos, se dio cuenta de que quizás leyó mal las indicaciones. "Al menos acá no hace tanto calor." Estaba mucho más fresco que en los bosques húmedos, pero aún así seguía negándose a utilizar prendas oscuras. "Qué maldita rabia." Llevaba dos cargas al hombro. Una, era su mochila con sus ropas habituales de shinobi, sus utensilios y su bandana guardados. La otra, una guitarra en funda. ¿Por qué mierdas se la había traído? En realidad, tenía planes de darse un pequeño paseo por Tanzaku Gai cuando llegase el otoño, tal y cómo le indicó Ayame. Le rondaba la cabeza, el tener una composición llegada la fecha. Mientras, quizás podía dar a conocer un poco de su cantar en los caminos.
Cómo ya se ha descrito en otra historia, vestía con un kasa cubriéndole la cabeza y una yukata con la parte baja doblada al estilo de los predecesores de la yakuza de antaño. Aquello generaba miradas furtivas, pero a él eso era lo que le gustaba. Buscaba entonces, uno de los tantos pueblitos que se decía se escondían en aquel bosque.
Tardaría un rato en encontrar nuevamente el sendero marcado, con un letrero que rezaba: "➳ Murasame a dos kilómetros ➳". Decidió, entonces, seguir el sendero.
No tardaría demasiado en frenar su marcha, sorprendido ante el silencio que existía en aquel sitio. Se debía más que nada, a que la fauna que podía encontrarse en aquel sitio era muy distinta y por ende era difícil escuchar cánticos de aves que en otros sitios eran más frecuente. Una estampa muy buena para una foto, pero lastimosamente no portaba una cámara. Existían también, figuras religiosas talladas en piedras que representaban a monjes rezando, distribuidas a lo largo de la senda en secciones intermitentes. Bendecían pues, a aquellos que se dirigían a Murasame.
En algún momento, se sentó para beber agua de su cantimplora, dejando su mochila a un lado mientras buscaba algo de inspiración para una melodía. Algo, algo que no necesitase ser explicado para entenderse.
Desenfundó el instrumento y rasgó una por una las cuerdas cerciorándose de que estuvieran afinadas, antes de que soplar del viento le sirviese de compás para empezar a tocar suavemente mientras cantaba sin prestar realmente atención a nadie qué pasase por el lugar.
Continuando con su travesía a través del País del Bosque, sus pasos le llevaron hasta el paraje del bambú, aunque luego de releer el mapa que tenía en manos, se dio cuenta de que quizás leyó mal las indicaciones. "Al menos acá no hace tanto calor." Estaba mucho más fresco que en los bosques húmedos, pero aún así seguía negándose a utilizar prendas oscuras. "Qué maldita rabia." Llevaba dos cargas al hombro. Una, era su mochila con sus ropas habituales de shinobi, sus utensilios y su bandana guardados. La otra, una guitarra en funda. ¿Por qué mierdas se la había traído? En realidad, tenía planes de darse un pequeño paseo por Tanzaku Gai cuando llegase el otoño, tal y cómo le indicó Ayame. Le rondaba la cabeza, el tener una composición llegada la fecha. Mientras, quizás podía dar a conocer un poco de su cantar en los caminos.
Cómo ya se ha descrito en otra historia, vestía con un kasa cubriéndole la cabeza y una yukata con la parte baja doblada al estilo de los predecesores de la yakuza de antaño. Aquello generaba miradas furtivas, pero a él eso era lo que le gustaba. Buscaba entonces, uno de los tantos pueblitos que se decía se escondían en aquel bosque.
Tardaría un rato en encontrar nuevamente el sendero marcado, con un letrero que rezaba: "➳ Murasame a dos kilómetros ➳". Decidió, entonces, seguir el sendero.
No tardaría demasiado en frenar su marcha, sorprendido ante el silencio que existía en aquel sitio. Se debía más que nada, a que la fauna que podía encontrarse en aquel sitio era muy distinta y por ende era difícil escuchar cánticos de aves que en otros sitios eran más frecuente. Una estampa muy buena para una foto, pero lastimosamente no portaba una cámara. Existían también, figuras religiosas talladas en piedras que representaban a monjes rezando, distribuidas a lo largo de la senda en secciones intermitentes. Bendecían pues, a aquellos que se dirigían a Murasame.
En algún momento, se sentó para beber agua de su cantimplora, dejando su mochila a un lado mientras buscaba algo de inspiración para una melodía. Algo, algo que no necesitase ser explicado para entenderse.
Desenfundó el instrumento y rasgó una por una las cuerdas cerciorándose de que estuvieran afinadas, antes de que soplar del viento le sirviese de compás para empezar a tocar suavemente mientras cantaba sin prestar realmente atención a nadie qué pasase por el lugar.
There's a lady who's sure
All that glitters is gold
And she's buying a stairway to heaven
When she gets there she knows
If the stores are all closed
With a word she can get what she came for
Oh oh oh oh and she's buying a stairway to heaven
There's a sign on the wall
But she wants to be sure
'Cause you know sometimes words have two meanings
In a tree by the brook
There's a songbird who sings
Sometimes all of our thoughts are misgiving...
All that glitters is gold
And she's buying a stairway to heaven
When she gets there she knows
If the stores are all closed
With a word she can get what she came for
Oh oh oh oh and she's buying a stairway to heaven
There's a sign on the wall
But she wants to be sure
'Cause you know sometimes words have two meanings
In a tree by the brook
There's a songbird who sings
Sometimes all of our thoughts are misgiving...