11/04/2019, 21:45
(Última modificación: 11/04/2019, 21:46 por Tsukiyama Daigo.)
—¡Claro que no! —respondió el peliverde—, ¡pero pegándoles una paliza o humillándolos no vamos a conseguir nada!
Era muy difícil convencerlo de que algo como aquello era lo correcto, pero aún así, por mucho que él no quisiera aquello, ahora la pelea era inevitable.
Luego de unas palabras con su compañero, el toro lanzó una especie de ruidosa bomba de humo y se armó con dos nunchaku, mientras Ashi empezó su carrera para buscar unas "trufas".
—Mierda... Escucha, Daigo, necesito que pares al tipo que está intentando largarse o la cosa se pondrá más fea de lo que ya es. Confío en ti.
¿Pero quién creía que era él? ¿Una máquina de Sunshin? Porque no había manera humana de que alcanzara a ninguna persona corriendo de forma común.
—¡Aaargh! bien, lo haré —le dijo de mala gana, sabiendo que si lo dejaba ir, probablemente lo lamentaría luego—. Ten cuidado.
Dicho esto echó a correr en dirección a la pared más cercana, escalándola en diagonal sin parar de avanzar hacia Ashi, que debería de estar tras la humadera.
Cada vez más alto, el chico contiuó su carrera hasta estar a unos pocos metros de su objetivo, momento en el que se impulsó para abalanzarse sobre él desde las alturas.
Pero Daigo sabía que no era el ninja más rápido de Oonindo y era más que probable que aquello no fuera suficiente para alcanzar a nadie. Es por eso que justo antes de tocar el suelo, prediciendo que aquel hombre le adelantaría, el joven ninja formó un sello manual y sopló en dirección contraria impulsándose nuevamente hacia él y buscando placarle con la espalda.
—¡Perdona! —le dijo al caer—, pero yo también tengo un amigo al que sacar de un aprieto.
Era muy difícil convencerlo de que algo como aquello era lo correcto, pero aún así, por mucho que él no quisiera aquello, ahora la pelea era inevitable.
Luego de unas palabras con su compañero, el toro lanzó una especie de ruidosa bomba de humo y se armó con dos nunchaku, mientras Ashi empezó su carrera para buscar unas "trufas".
—Mierda... Escucha, Daigo, necesito que pares al tipo que está intentando largarse o la cosa se pondrá más fea de lo que ya es. Confío en ti.
¿Pero quién creía que era él? ¿Una máquina de Sunshin? Porque no había manera humana de que alcanzara a ninguna persona corriendo de forma común.
—¡Aaargh! bien, lo haré —le dijo de mala gana, sabiendo que si lo dejaba ir, probablemente lo lamentaría luego—. Ten cuidado.
Dicho esto echó a correr en dirección a la pared más cercana, escalándola en diagonal sin parar de avanzar hacia Ashi, que debería de estar tras la humadera.
Cada vez más alto, el chico contiuó su carrera hasta estar a unos pocos metros de su objetivo, momento en el que se impulsó para abalanzarse sobre él desde las alturas.
Pero Daigo sabía que no era el ninja más rápido de Oonindo y era más que probable que aquello no fuera suficiente para alcanzar a nadie. Es por eso que justo antes de tocar el suelo, prediciendo que aquel hombre le adelantaría, el joven ninja formó un sello manual y sopló en dirección contraria impulsándose nuevamente hacia él y buscando placarle con la espalda.
—¡Perdona! —le dijo al caer—, pero yo también tengo un amigo al que sacar de un aprieto.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.