12/04/2019, 18:04
(Última modificación: 19/04/2019, 16:57 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
«¿Arashi no Kuni, eh?»
No se podía decir precisamente que Akame hubiese sido un gran amante del País de la Tormenta. Al contrario que su tierra natal, Uzu no Kuni, aquel era un lugar que a él se le antojaba hostil y desagradable, con una geografía difícil y un clima menos deseable todavía. Aun así, era consciente de que los arashijin solían hablar con gran orgullo de su tierra, «como si el hecho de que esté lloviendo todo el puto día no sea razón suficiente ya para querer largarse de allí cuanto antes...» Por eso mismo, entendió rápidamente que no debía hacer ningún comentario al respecto delante de Rōga; si es que no quería perder a su acompañante y hacer el resto del camino en silencio.
—Entiendo. Estás cerca de casa entonces —replicó. Luego el arashijin le cuestionó sobre sus anteriores palabras, y Akame se limitó a responder con simpleza—. Eres joven todavía, y Oonindo es ancho. Si sigues viajando, no me cabe duda que encontrarás a más gente capaz de entender tus letras en el futuro.
Akame asintió ante la respuesta del muchacho, que afirmó estar allí de paso, por el simple gusto de viajar. Mientras observaba a Rōga colgarse su mochila y echarse al sendero, Akame dio un par de pitadas más a su cigarrillo. Luego comenzó a andar.
—Creo que una melodía alegre me vendría bien —confesó, ajustándose el kasa para que le cubriese adecuadamente la cabeza. El Sol de Verano era algo más benevolente con ellos en aquel lugar, pero aun así hacía calor—. En cuanto a mí... Soy un viajero, como tú. No tengo especial interés en Murasame ni he estado allí antes, pero un rato antes vi un cartel que señalaba en esta dirección. No parece haber muchos más pueblos cerca, así que pararé allí para descansar y aprovisionarme.
Una ráfaga de viento fresco sacudió los mechones sueltos de cabello azabache que sobresalían de entre los vendajes de su cabeza.
No se podía decir precisamente que Akame hubiese sido un gran amante del País de la Tormenta. Al contrario que su tierra natal, Uzu no Kuni, aquel era un lugar que a él se le antojaba hostil y desagradable, con una geografía difícil y un clima menos deseable todavía. Aun así, era consciente de que los arashijin solían hablar con gran orgullo de su tierra, «como si el hecho de que esté lloviendo todo el puto día no sea razón suficiente ya para querer largarse de allí cuanto antes...» Por eso mismo, entendió rápidamente que no debía hacer ningún comentario al respecto delante de Rōga; si es que no quería perder a su acompañante y hacer el resto del camino en silencio.
—Entiendo. Estás cerca de casa entonces —replicó. Luego el arashijin le cuestionó sobre sus anteriores palabras, y Akame se limitó a responder con simpleza—. Eres joven todavía, y Oonindo es ancho. Si sigues viajando, no me cabe duda que encontrarás a más gente capaz de entender tus letras en el futuro.
Akame asintió ante la respuesta del muchacho, que afirmó estar allí de paso, por el simple gusto de viajar. Mientras observaba a Rōga colgarse su mochila y echarse al sendero, Akame dio un par de pitadas más a su cigarrillo. Luego comenzó a andar.
—Creo que una melodía alegre me vendría bien —confesó, ajustándose el kasa para que le cubriese adecuadamente la cabeza. El Sol de Verano era algo más benevolente con ellos en aquel lugar, pero aun así hacía calor—. En cuanto a mí... Soy un viajero, como tú. No tengo especial interés en Murasame ni he estado allí antes, pero un rato antes vi un cartel que señalaba en esta dirección. No parece haber muchos más pueblos cerca, así que pararé allí para descansar y aprovisionarme.
Una ráfaga de viento fresco sacudió los mechones sueltos de cabello azabache que sobresalían de entre los vendajes de su cabeza.