14/04/2019, 06:39
El chico rubio admitió conocer más estilos de puñetazos que de patadas. Ranko asintió con timidez.
—S-sí. Es… Es algo de familia —La araña entonces le dio ánimos, diciéndole que debería confiar más en sí misma. Aunque siempre aceptaba y agradecía las intenciones de otros, a veces se sentía mal al recibir dichos comentarios.
”Es como si recalcaran lo mal que estoy, o lo malo que tengo…” pensó, pero no demostró dicha idea. Al contrario, le sonrió a Kumopansa y le dedicó unas palabras honestas.
—Gracias, Kumopansa-san. Si… Siempre lo intento…
Yota entonces sugirió lo que Ranko había pensado: entrenar juntos. Una vez más, se le hizo curioso cómo su postura de “arreglar las cosas primero con palabras antes que con golpes” chocaba con la de “un combate es la mejor manera de conocer a alguien”. La kunoichi asintió, con una alegre expresión en su rostro, tal vez la primera del día. Su cuerpo se notó entonces un poco menos tenso.
—¡P-Por supuesto, Sasagani-san! —Por un momento no supo qué hacer. Sus manos se movieron casi aleatoriamente, como si buscase sus llaves entre sus ropas antes de entrar a casa. Luego, se dispuso a desabrochar su portaobjetos y su espada —. T-Taijutsu. N-no necesitaré es… esto. ¿No?
Dio media vuelta y buscó un lugar cerca de una roca para colocar sus pertenencias. Luego regresó y, con un fuerte suspiro entre preparación y alivio, se colocó a algunos metros de Yota.
—Esto… ¿Kumopansa-san también entrenará? Nunca he peleado contra una araña ninja…
Pensó que sería interesante hacerlo, aunque algo complicado. ¿Sería una batalla 2 contra 1? ¿Todos contra todos? ¿O Kumopansa sería la audiencia? ¿El relevo? ¡Quién sabe! De cualquier manera, Ranko se notaría mucho más relajada, tal como lo era antes de cualquier combate y a pesar de que su voz seguía sin expresar ideas ininterrumpidas.
—S-sí. Es… Es algo de familia —La araña entonces le dio ánimos, diciéndole que debería confiar más en sí misma. Aunque siempre aceptaba y agradecía las intenciones de otros, a veces se sentía mal al recibir dichos comentarios.
”Es como si recalcaran lo mal que estoy, o lo malo que tengo…” pensó, pero no demostró dicha idea. Al contrario, le sonrió a Kumopansa y le dedicó unas palabras honestas.
—Gracias, Kumopansa-san. Si… Siempre lo intento…
Yota entonces sugirió lo que Ranko había pensado: entrenar juntos. Una vez más, se le hizo curioso cómo su postura de “arreglar las cosas primero con palabras antes que con golpes” chocaba con la de “un combate es la mejor manera de conocer a alguien”. La kunoichi asintió, con una alegre expresión en su rostro, tal vez la primera del día. Su cuerpo se notó entonces un poco menos tenso.
—¡P-Por supuesto, Sasagani-san! —Por un momento no supo qué hacer. Sus manos se movieron casi aleatoriamente, como si buscase sus llaves entre sus ropas antes de entrar a casa. Luego, se dispuso a desabrochar su portaobjetos y su espada —. T-Taijutsu. N-no necesitaré es… esto. ¿No?
Dio media vuelta y buscó un lugar cerca de una roca para colocar sus pertenencias. Luego regresó y, con un fuerte suspiro entre preparación y alivio, se colocó a algunos metros de Yota.
—Esto… ¿Kumopansa-san también entrenará? Nunca he peleado contra una araña ninja…
Pensó que sería interesante hacerlo, aunque algo complicado. ¿Sería una batalla 2 contra 1? ¿Todos contra todos? ¿O Kumopansa sería la audiencia? ¿El relevo? ¡Quién sabe! De cualquier manera, Ranko se notaría mucho más relajada, tal como lo era antes de cualquier combate y a pesar de que su voz seguía sin expresar ideas ininterrumpidas.
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