17/04/2019, 16:06
Entre el aplauso y el elogio, el Yotsuki se puso henchido de orgullo, pues la hoguera de su corazón era alimentada con el carbón de la admiración, inflando pecho cómo una paloma. Si el ego fuese chakra, Rōga sería un bijū. Sus labios se extendían de oreja a oreja con la satisfacción de haber complacido a un alma solitaria. "That's it, lobo" Si no, ¿para qué cantar?
—Pues, casi que desde que tengo memoria— se llevó el dedo índice al mentón, pensativo. —No tengo muchos recuerdos, pero papá me decía que desde muy pequeño siempre estaba tamborileando con los trastes de la cocina y demás chunches. Esta guitarra me la regaló cuando tenía seis años, aunque realmente es muy difícil encontrar dónde o quién te enseñe. Aprendí más que nada por mi propia cuenta— comentó alegre.
Cuando el mayor le ofreció el cigarro, se quedó viendo curioso como si se tratase de una rara serpiente de cascabel, dudoso.
—Hmmmm. La verdad es que nunca he probado uno—. aunque no iba a negar que en algunas ocasiones le llamaba la atención lo cool que fumaban algunos. "La pipa de aquella chica se veía genial..." rememoró. —Es sólo que no sé muy bien como se hace— lo tomó y parpadeó, extrañado. Además que en Amegakure no es que hubiese mucho espacio libre donde darle sin que se te apague.
»Respecto a lo otro, ahora sólo estoy de turista, pues quiero viajar para conocer el mundo... Quiero ser algo más que un músico que va por los caminos, ¡aspiro a algo mucho más grande!
Se adelantó dando unos saltitos y se detuvo al frente unos tres metros por delante, levantando la vista y extendiendo los brazos a los lados, rodeado de todos los bambúes.
—Quiero que algún día el mundo me escuche, en un gran escenario nocturno con muchas luces. Que la gente vitoree mi nombre. Pero sobre todo, que mis canciones les hagan pensar, que encuentren en ellas algo. Que recuerden, aún si no las comprenden. ¡Que la hagan suya y le den la interpretación que quieran, pero que sea parte de ellos!— se dio media vuelta y volteó la vista a Akame de nuevo, quién podría notar que sus ojos resplandecían intensamente, un destello de anhelo puro. —¡Algún día todos han de reconocer el aullido de Rey Colmillo de Lobo!— sonrío mostrando su dentadura, la única capaz de competir en brillo con su mirar.
Bajó los brazos, regresando a una postura más normal mientras ajustaba la correa de la guitarra.
»Pero bueno, que ya es mi turno, ¿no? ¡Qué has estado preguntando y ni me has dicho tu nombre! Y no me salgas con algún seudónimo raro, que eso ya está pasado de moda. Además que luego ya puedes darme un consejito de cómo diablos se le da la calada a esto.
Sonrío y levantó el cigarro.
—Pues, casi que desde que tengo memoria— se llevó el dedo índice al mentón, pensativo. —No tengo muchos recuerdos, pero papá me decía que desde muy pequeño siempre estaba tamborileando con los trastes de la cocina y demás chunches. Esta guitarra me la regaló cuando tenía seis años, aunque realmente es muy difícil encontrar dónde o quién te enseñe. Aprendí más que nada por mi propia cuenta— comentó alegre.
Cuando el mayor le ofreció el cigarro, se quedó viendo curioso como si se tratase de una rara serpiente de cascabel, dudoso.
—Hmmmm. La verdad es que nunca he probado uno—. aunque no iba a negar que en algunas ocasiones le llamaba la atención lo cool que fumaban algunos. "La pipa de aquella chica se veía genial..." rememoró. —Es sólo que no sé muy bien como se hace— lo tomó y parpadeó, extrañado. Además que en Amegakure no es que hubiese mucho espacio libre donde darle sin que se te apague.
»Respecto a lo otro, ahora sólo estoy de turista, pues quiero viajar para conocer el mundo... Quiero ser algo más que un músico que va por los caminos, ¡aspiro a algo mucho más grande!
Se adelantó dando unos saltitos y se detuvo al frente unos tres metros por delante, levantando la vista y extendiendo los brazos a los lados, rodeado de todos los bambúes.
—Quiero que algún día el mundo me escuche, en un gran escenario nocturno con muchas luces. Que la gente vitoree mi nombre. Pero sobre todo, que mis canciones les hagan pensar, que encuentren en ellas algo. Que recuerden, aún si no las comprenden. ¡Que la hagan suya y le den la interpretación que quieran, pero que sea parte de ellos!— se dio media vuelta y volteó la vista a Akame de nuevo, quién podría notar que sus ojos resplandecían intensamente, un destello de anhelo puro. —¡Algún día todos han de reconocer el aullido de Rey Colmillo de Lobo!— sonrío mostrando su dentadura, la única capaz de competir en brillo con su mirar.
Bajó los brazos, regresando a una postura más normal mientras ajustaba la correa de la guitarra.
»Pero bueno, que ya es mi turno, ¿no? ¡Qué has estado preguntando y ni me has dicho tu nombre! Y no me salgas con algún seudónimo raro, que eso ya está pasado de moda. Además que luego ya puedes darme un consejito de cómo diablos se le da la calada a esto.
Sonrío y levantó el cigarro.