20/04/2019, 13:56
(Última modificación: 20/04/2019, 19:43 por Uchiha Akame. Editado 2 veces en total.)
«Este lugar... Tiene algo siniestro. No me gusta.»
Mientras caminaba por las erráticas calles de Murasame, tras el alegre Rōga, el renegado observaba discretamente a su alrededor. Akame había estado en muchos lugares y unos cuantos bastante extraños, pero aquel se llevaba la palma; era precisamente ese aire de aparente normalidad mezclado con unas gotas de misterio el que le hacía recelar del pueblo y de sus habitantes casi tanto como ellos parecían hacerlo de la curiosa pareja de viajeros. «Tal vez no fue tan buena idea parar aquí», se dijo el exninja. Sin embargo, hacía falta algo más que un ambiente taciturno y un pueblito entre los bambúes para asustarle.
—No estoy tan seguro de que esta gente sepan apreciar tu música, Rōga-san —comentó al rato, mientras veía a uno de los habitantes que les lanzaba miradas de desconfianza—. No parece que estén acostumbrados a los visitantes.
El jōnin renegado buscaba ávidamente una posada mientras recorría el pueblo. Estaba cansado, quería reposar las piernas y tenía hambre; por no hablar de que casi se había quedado sin tabaco. «Espero que haya algún comercio local o vendedor ambulante al que pueda comprarle, al menos, una cajetilla. El mono va a matarme si tengo que esperar a llegar al siguiente pueblo.»
Tras un rato caminando, Akame se giró hacia su acompañante con una sonrisa socarrona que hacía tirar las vendas que rodeaban la parte izquierda de su rostro.
—Podrías sacar tu estilo pulido a pasear y preguntar a alguno de estos amables lugareños.
Mientras caminaba por las erráticas calles de Murasame, tras el alegre Rōga, el renegado observaba discretamente a su alrededor. Akame había estado en muchos lugares y unos cuantos bastante extraños, pero aquel se llevaba la palma; era precisamente ese aire de aparente normalidad mezclado con unas gotas de misterio el que le hacía recelar del pueblo y de sus habitantes casi tanto como ellos parecían hacerlo de la curiosa pareja de viajeros. «Tal vez no fue tan buena idea parar aquí», se dijo el exninja. Sin embargo, hacía falta algo más que un ambiente taciturno y un pueblito entre los bambúes para asustarle.
—No estoy tan seguro de que esta gente sepan apreciar tu música, Rōga-san —comentó al rato, mientras veía a uno de los habitantes que les lanzaba miradas de desconfianza—. No parece que estén acostumbrados a los visitantes.
El jōnin renegado buscaba ávidamente una posada mientras recorría el pueblo. Estaba cansado, quería reposar las piernas y tenía hambre; por no hablar de que casi se había quedado sin tabaco. «Espero que haya algún comercio local o vendedor ambulante al que pueda comprarle, al menos, una cajetilla. El mono va a matarme si tengo que esperar a llegar al siguiente pueblo.»
Tras un rato caminando, Akame se giró hacia su acompañante con una sonrisa socarrona que hacía tirar las vendas que rodeaban la parte izquierda de su rostro.
—Podrías sacar tu estilo pulido a pasear y preguntar a alguno de estos amables lugareños.