20/04/2019, 22:21
—No lo sé, algunas cosas no encajan. Mira a tu alrededor, no veo a nadie vestido de novio— Levantó el kasa para otear los alrededores. —Y la procesión parece que irá fuera del pueblo— suspiró, desconcertado.
—No te hagas el listillo conmigo. Aunque de todas formas planeaba averiguar, a mi manera claro está— sonrió, preparándose para los problemas. —El tiempo me enseñó que los hechos pueden tener connotaciones muy distintas de lo que aparentan. Ni siquiera los actos son prueba de nada— Quizás el Yotsuki fuese joven, pero se había metido en más líos de los que podrían imaginarse.
La comitiva ya les habría dejado un poco atrás y ellos ya podrían divisar a lo lejos el letrero que rezaba "Hostal Flor de Otoño" cuando de pronto una dulce voz femenina rompió la cotidianidad del lugar, cantarina y suave.
Era una canción lenta y armoniosa, pero apenas audible. Era cómo si estuviese perdida en el aire de alrededor, lejana y tímida.
—!Oye Akame! ¿Escuchaste eso?— Se giró para todos lados, buscando la fuente aunque fue imposible.
La procesión se detuvo unos instantes, hasta que un hombre del grupo se separó de ellos, como si quisiese buscar también a la persona que cantaba. Ya sin él, siguieron su camino.
—No te hagas el listillo conmigo. Aunque de todas formas planeaba averiguar, a mi manera claro está— sonrió, preparándose para los problemas. —El tiempo me enseñó que los hechos pueden tener connotaciones muy distintas de lo que aparentan. Ni siquiera los actos son prueba de nada— Quizás el Yotsuki fuese joven, pero se había metido en más líos de los que podrían imaginarse.
La comitiva ya les habría dejado un poco atrás y ellos ya podrían divisar a lo lejos el letrero que rezaba "Hostal Flor de Otoño" cuando de pronto una dulce voz femenina rompió la cotidianidad del lugar, cantarina y suave.
Tomaré una flor roja
Para dársela a ella.
Y la colocaré
En sus cabellos...
Para dársela a ella.
Y la colocaré
En sus cabellos...
Era una canción lenta y armoniosa, pero apenas audible. Era cómo si estuviese perdida en el aire de alrededor, lejana y tímida.
—!Oye Akame! ¿Escuchaste eso?— Se giró para todos lados, buscando la fuente aunque fue imposible.
La procesión se detuvo unos instantes, hasta que un hombre del grupo se separó de ellos, como si quisiese buscar también a la persona que cantaba. Ya sin él, siguieron su camino.