21/04/2019, 05:18
—¡Hoolaaaaa, Yugakure!
Sagisō Kuumi entraba a la ciudad. Vestía un yukata muy corto y estilizado, con un cuello de pelusa. Esa prenda tan extravagante, así como las gafas de sol que portaba, llamaban la atención fácilmente de los transeúntes. La chica pelirroja bajó levemente sus gafas.
—Ehm… No se ve a como la pintan. ¿Verdad, Ran-chan?
Detrás de ella iba una chica alta y una larga trenza. A diferencia de Kuumi, su hermana Ranko no desbordaba confianza, sino pena. Portaba una yukata más tradicional, fresca y de tonos sobrios.
—Ahm… pues… Se ve… acogedor
—Eres demasiado amable, Ran-chan. Incluso con las ciudades. ¡Esperemos que las aguas termales estén al nivel! ¡Andando!
Kuumi prosiguió, caminando con tanta confianza como si fuese la dueña de la aldea. Ranko dio un par de pasos para ponerse a su altura.
—¡E-espera, Kuu-chan! ¿Y si vamos por algo de comer antes?
—¡Aah! ¡Buen punto! Uhm… ¡Ya sé! Iré a reservar las termas, nunca se sabe qué tan disponibles estarán (creo). Mientras, ve a conseguir algo de comer. ¿Te parece? ¡Chaíto!
Antes de que la de la trenza pudiese objetar, Kuumi se alejó a paso firme. Ranko se quedó allí, en medio de la gente que iba y venía, y se petrificó por un rato. Vio alrededor y notó un local pequeño.
”¡Perfecto! No habrá mucha gente…”
Aunque, claro, la suerte le jugó una mala pasada, y no vio mesa libre alguna.
—Di… discul… Discul… Disculpe… —Le preguntó a quien supuso era parte del personal —. ¿Ti… tiene… tiene algu…?
—¿Mesa? ¡Por supuesto! —La chica miró en derredor, y vio sólo un espacio disponible. Como buena trabajadora de un negocio, insistió en usar el último lugar posible para evitar perder un potencial cliente. La mujer empujó a Ranko levemente hasta la mesa, donde había una atractiva chica de cabellos negros —. Disculpe, ¿está esperando a alguien? ¿Le molesta si la señorita ocupa esta silla? ¿Verdad que no?
Ranko estaba tiesa como roca y roja como tomate. Odiaba tener que molestar a otros, aunque la chica del local no le dejaba muchas opciones.
”Oh, cielos. Que diga que está ocupado, por favor…”
Sagisō Kuumi entraba a la ciudad. Vestía un yukata muy corto y estilizado, con un cuello de pelusa. Esa prenda tan extravagante, así como las gafas de sol que portaba, llamaban la atención fácilmente de los transeúntes. La chica pelirroja bajó levemente sus gafas.
—Ehm… No se ve a como la pintan. ¿Verdad, Ran-chan?
Detrás de ella iba una chica alta y una larga trenza. A diferencia de Kuumi, su hermana Ranko no desbordaba confianza, sino pena. Portaba una yukata más tradicional, fresca y de tonos sobrios.
—Ahm… pues… Se ve… acogedor
—Eres demasiado amable, Ran-chan. Incluso con las ciudades. ¡Esperemos que las aguas termales estén al nivel! ¡Andando!
Kuumi prosiguió, caminando con tanta confianza como si fuese la dueña de la aldea. Ranko dio un par de pasos para ponerse a su altura.
—¡E-espera, Kuu-chan! ¿Y si vamos por algo de comer antes?
—¡Aah! ¡Buen punto! Uhm… ¡Ya sé! Iré a reservar las termas, nunca se sabe qué tan disponibles estarán (creo). Mientras, ve a conseguir algo de comer. ¿Te parece? ¡Chaíto!
Antes de que la de la trenza pudiese objetar, Kuumi se alejó a paso firme. Ranko se quedó allí, en medio de la gente que iba y venía, y se petrificó por un rato. Vio alrededor y notó un local pequeño.
”¡Perfecto! No habrá mucha gente…”
Aunque, claro, la suerte le jugó una mala pasada, y no vio mesa libre alguna.
—Di… discul… Discul… Disculpe… —Le preguntó a quien supuso era parte del personal —. ¿Ti… tiene… tiene algu…?
—¿Mesa? ¡Por supuesto! —La chica miró en derredor, y vio sólo un espacio disponible. Como buena trabajadora de un negocio, insistió en usar el último lugar posible para evitar perder un potencial cliente. La mujer empujó a Ranko levemente hasta la mesa, donde había una atractiva chica de cabellos negros —. Disculpe, ¿está esperando a alguien? ¿Le molesta si la señorita ocupa esta silla? ¿Verdad que no?
Ranko estaba tiesa como roca y roja como tomate. Odiaba tener que molestar a otros, aunque la chica del local no le dejaba muchas opciones.
”Oh, cielos. Que diga que está ocupado, por favor…”
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