21/04/2019, 22:17
El exjōnin arrugó la frente.
—Si la procesión marcha fuera del pueblo, entonces tiene sentido que no veamos al novio por aquí —determinó, incorregiblemente riguroso—. Así que "el tiempo", ¿eh? Eres muy perspicaz, Rōga-san. Esa es una lección muy valiosa, y a juzgar por tu juventud, no te ha hecho falta mucho "tiempo" para aprenderla.
Akame notó cómo le rugían las tripas cuando vió a unos cuantos pasos, por fin, el cartel que anunciaba aquel hostal del que Rōga había recibido indicaciones. «Coño, por fin un sitio donde descansar. Y gracias a este farandulero, el almuerzo me va a salir gratis. ¡Ja!»
Sin embargo, antes de que el renegado pudiera ingresar en el hostal, una canción particularmente curiosa le llamó la atención. Akame escuchó con oído agudo los versos que parecían viajar sobre la brisa y disolverse en el aire como un puñado de cenizas arrojadas al viento. Con ojo curioso, el Uchiha observó al procesionario que había abandonado el séquito. Durante unos instantes, el hambre y la curiosidad se debatieron dentro de Uchiha Akame, y entonces...
—Hmpf, Rōga-san. Creo que te acompañaré en tus búsqueda del significado de este séquito. ¿Y esos versos? Desde luego que aquí tienen costumbres peculiares, y yo soy tan curioso como cualquiera. Vamos.
Si el de la Tormenta aceptaba, Akame echaría a andar a paso tranquilo —pero suficientemente brioso como para no perder de vista a la procesión—. Distraídamente caminaba tras aquel palanquín, con intenciones de presenciar cualquiera que fuese el desenlace del asunto.
—Si la procesión marcha fuera del pueblo, entonces tiene sentido que no veamos al novio por aquí —determinó, incorregiblemente riguroso—. Así que "el tiempo", ¿eh? Eres muy perspicaz, Rōga-san. Esa es una lección muy valiosa, y a juzgar por tu juventud, no te ha hecho falta mucho "tiempo" para aprenderla.
Akame notó cómo le rugían las tripas cuando vió a unos cuantos pasos, por fin, el cartel que anunciaba aquel hostal del que Rōga había recibido indicaciones. «Coño, por fin un sitio donde descansar. Y gracias a este farandulero, el almuerzo me va a salir gratis. ¡Ja!»
Sin embargo, antes de que el renegado pudiera ingresar en el hostal, una canción particularmente curiosa le llamó la atención. Akame escuchó con oído agudo los versos que parecían viajar sobre la brisa y disolverse en el aire como un puñado de cenizas arrojadas al viento. Con ojo curioso, el Uchiha observó al procesionario que había abandonado el séquito. Durante unos instantes, el hambre y la curiosidad se debatieron dentro de Uchiha Akame, y entonces...
—Hmpf, Rōga-san. Creo que te acompañaré en tus búsqueda del significado de este séquito. ¿Y esos versos? Desde luego que aquí tienen costumbres peculiares, y yo soy tan curioso como cualquiera. Vamos.
Si el de la Tormenta aceptaba, Akame echaría a andar a paso tranquilo —pero suficientemente brioso como para no perder de vista a la procesión—. Distraídamente caminaba tras aquel palanquín, con intenciones de presenciar cualquiera que fuese el desenlace del asunto.