22/04/2019, 15:15
—Quizás como no lo ven, no les importe— se encogió de hombros.
Les bastaría detenerse y observar desde la altura como los marchantes se acercaban al arco cuando un zumbido interrumpió en el bosque. Era agudo, pero no molesto. Se acercaba desde el lado opuesto a los dos shinobi.
"¿De dónde...?" Una flecha cruzó entre los bambués, potenciada en velocidad por un pequeño petardo pirotécnico atado a la misma y que emitía humo a la par que el chifante sonido.
Todos se alarmaron cuando esta cayó cerca de sus pies y estalló sacando chispas. Los shinobis no escucharían sus pláticas, pero se les vería balbucear y bajar el palanquin con la muchacha a bordo cuando una segunda flecha anunciaba su llegada. Esta vez, explotando en el aire antes de caer.
—¿Quién mierda usa fuegos artificiales como arma?— No le parecía para nada práctico. —No es que me guste meterme donde no me llaman, pero alguien está jugando una broma pesada y quiero conocerle...— Era su forma de decir que iba a intentar resolver el asunto.
Mientras los hombres corrían al bosque, la chica se bajó del transporte a gatas. Era de un bello cabello negro como la noche, piel blanca como la nieve de la montaña, labios rosa como las flores de la primavera y sus ojos... sus ojos también tenían vendas.
La puberta intentó levantarse y correr hacia la colina donde el Uchiha y el Yotsuki se encontraban, mientras las otras dos ciegas intentaban acercarse a la velocidad que su edad les permitía para retenerla.
Les bastaría detenerse y observar desde la altura como los marchantes se acercaban al arco cuando un zumbido interrumpió en el bosque. Era agudo, pero no molesto. Se acercaba desde el lado opuesto a los dos shinobi.
"¿De dónde...?" Una flecha cruzó entre los bambués, potenciada en velocidad por un pequeño petardo pirotécnico atado a la misma y que emitía humo a la par que el chifante sonido.
Todos se alarmaron cuando esta cayó cerca de sus pies y estalló sacando chispas. Los shinobis no escucharían sus pláticas, pero se les vería balbucear y bajar el palanquin con la muchacha a bordo cuando una segunda flecha anunciaba su llegada. Esta vez, explotando en el aire antes de caer.
—¿Quién mierda usa fuegos artificiales como arma?— No le parecía para nada práctico. —No es que me guste meterme donde no me llaman, pero alguien está jugando una broma pesada y quiero conocerle...— Era su forma de decir que iba a intentar resolver el asunto.
Mientras los hombres corrían al bosque, la chica se bajó del transporte a gatas. Era de un bello cabello negro como la noche, piel blanca como la nieve de la montaña, labios rosa como las flores de la primavera y sus ojos... sus ojos también tenían vendas.
La puberta intentó levantarse y correr hacia la colina donde el Uchiha y el Yotsuki se encontraban, mientras las otras dos ciegas intentaban acercarse a la velocidad que su edad les permitía para retenerla.