22/04/2019, 18:22
Aún cuando sus ojos estuviesen cubiertos, la chica mantuvo la boca cerrada con cara de póquer ante las bromas de su "salvador". Si tendría que soportar aquel pésimo sentido del humor durante el trayecto, iba a ser un día largo. No le importaría la brusquedad, al fin alguien no la trataría cómo la última ame-cola del desierto.
El clon no tardaría en alcanzar al joven genin, pues claramente le duplicaba en velocidad. Rōga volteó la vista hacia atrás, le vería pasar al lado y luego quizás rebasarle. Parpadearía un par de veces, sabiendo que seguramente era un clon. Aún teniendo el dilema de la pelea, simplemente tomó un poco de aire y cantó un improvisado coro.
—Deja vu! I've just been in this place before, higher on the street, and I know it's my time to go...— Animó de forma improvisada la situación cómo si una película fuese.
Adelante, el humo empezaba a levantarse pues los pirotécnicos habían alcanzado las hojas altas de las cañas. Hubo algunas explosiones donde cientos de cohetillos dentro de cajas dispuestas en zonas estratégicas de escape estallaban dejando a los integrantes de la procesión encerrados entre los bambués incendiarios y los explosivos detonando en colorines. "Bobo, pero ingenioso." Se dijo mientras entrecerraba los ojos. "Estúpido humo, pero tengo las gafas en la mochila..." Se debatió entre frenarse o no cuando se fijó en ciertas amarras en algunos de los bambúes. "¿Y esto?" Corrió hasta una y tiró de ella, estaba tensa como las cuerdas de una guitarra. "O de un arco..." Intento escudriñar los alrededores.
Una silueta pequeña no más grande que el propio Yotsuki corría entre el humo, cargando algo a la espalda. Una flecha fue disparada, con rumbo a otra caja que estaba dispuesta en la zona.
—¿Alguna vez te han dicho que no sabes tratar a la gente?— Lejos de amedrentarse y responder las preguntas, se mostraba imponente y altiva.
Se sentó, pero aquello era decir poco. Porque de sentarse lo hizo de una de las formas más protocolarias existentes. Piernas flexionadas hacia atrás, con las rodillas juntas como dos murallas de hierro, apoyando las palmas delante como lo debería ser toda mujer digna.
—Muchas conclusiones apresuradas... Iba a casarme, pero no de la forma que piensas. Acerté en que eres un extranjero— Retiró los vendajes, dejando ver dos hermosos ojos negros cómo las perlas del mar, aunque estos no poseían la luz de los videntes, sino que se mostraban opacos. Y aún así, Akame tendría la sensación de que en verdad le estaba viendo. —Me llamo Ōkawa, soy la decimocuarta elegida generación de itako de la Montaña Murasame. Y tú te has pasado tres pueblos de largo con tus teorías, aunque al menos coincido en que es una situación desagradable— añadió, filosa.
El clon no tardaría en alcanzar al joven genin, pues claramente le duplicaba en velocidad. Rōga volteó la vista hacia atrás, le vería pasar al lado y luego quizás rebasarle. Parpadearía un par de veces, sabiendo que seguramente era un clon. Aún teniendo el dilema de la pelea, simplemente tomó un poco de aire y cantó un improvisado coro.
—Deja vu! I've just been in this place before, higher on the street, and I know it's my time to go...— Animó de forma improvisada la situación cómo si una película fuese.
Adelante, el humo empezaba a levantarse pues los pirotécnicos habían alcanzado las hojas altas de las cañas. Hubo algunas explosiones donde cientos de cohetillos dentro de cajas dispuestas en zonas estratégicas de escape estallaban dejando a los integrantes de la procesión encerrados entre los bambués incendiarios y los explosivos detonando en colorines. "Bobo, pero ingenioso." Se dijo mientras entrecerraba los ojos. "Estúpido humo, pero tengo las gafas en la mochila..." Se debatió entre frenarse o no cuando se fijó en ciertas amarras en algunos de los bambúes. "¿Y esto?" Corrió hasta una y tiró de ella, estaba tensa como las cuerdas de una guitarra. "O de un arco..." Intento escudriñar los alrededores.
Una silueta pequeña no más grande que el propio Yotsuki corría entre el humo, cargando algo a la espalda. Una flecha fue disparada, con rumbo a otra caja que estaba dispuesta en la zona.
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—¿Alguna vez te han dicho que no sabes tratar a la gente?— Lejos de amedrentarse y responder las preguntas, se mostraba imponente y altiva.
Se sentó, pero aquello era decir poco. Porque de sentarse lo hizo de una de las formas más protocolarias existentes. Piernas flexionadas hacia atrás, con las rodillas juntas como dos murallas de hierro, apoyando las palmas delante como lo debería ser toda mujer digna.
—Muchas conclusiones apresuradas... Iba a casarme, pero no de la forma que piensas. Acerté en que eres un extranjero— Retiró los vendajes, dejando ver dos hermosos ojos negros cómo las perlas del mar, aunque estos no poseían la luz de los videntes, sino que se mostraban opacos. Y aún así, Akame tendría la sensación de que en verdad le estaba viendo. —Me llamo Ōkawa, soy la decimocuarta elegida generación de itako de la Montaña Murasame. Y tú te has pasado tres pueblos de largo con tus teorías, aunque al menos coincido en que es una situación desagradable— añadió, filosa.