1/11/2015, 15:50
La joven peliblanca con rostro a felinado, seguía el camino principal que atravesaba el Bosque de la Antigua Konoha de Sur a Norte. Avanzaba a buen ritmo, el día se había levantado frío y ventoso, un día ideal para alguien como ella, acostumbrada a ese tipo de inclemencias.
Sus pasos la habían llevado hasta los alrededores del puente Kannabi, en la frontera con el país del Bosque. Concretamente cerca de una pequeña localidad que vivía del servicio a los viajeros y diligencias que seguían el camino que vertebraba las antiguas tierras de Konoha.
Mitsuki acababa de dejar atrás el último tramo de bosque, para adentrarse en el pequeño pueblo conocido como Magome. El camino principal lo atravesaba de lado a lado, o al menos eso fue la primera impresión que tuvo la joven justo nada más poner el pie bajo la sombra del cartel que colgaba de un tresaño dando la bienvenida a los visitantes.
Magome estaba compuesto por multitud de pequeñas pensiones que se agrupaban a lo largo del camino, establos donde guardar a los caballos y restaurantes para saciar los variados apetitos de los viajeros. La peliblanca avanzaba deteniendo su mirada en cada uno de los edificios, trataba de encontrar algún tipo de indicativo que marcase la casa del alcalde pues su primera "misión" como gennin consistía en ejercer como mensajera.
Caminar por aquel lugar tan concurrido era un poco incómodo, su aspecto la hacía resaltar demasiado entre la multitud y tantas miradas fijas en ella la incomodaban, por suerte la bandana ejercía casi como repelente de comentarios indeseados, aunque no se libró de todos.
Tras recorrer toda la arteria principal, la joven no había hayado el lugar donde debía de entregar la carta. Había supuesto erróneamente que debía de estar en el centro del pueblo, como en Kusabi o en Uzushiogakure, pero por lo que se ve no tiene por que ser así.
A causa de esto, no le quedó más remedio que adentrarse en el resto del pueblo, donde se encontraba la zona más residencial del mismo con la esperanza de hayar cuanto antes su objetivo
Sus pasos la habían llevado hasta los alrededores del puente Kannabi, en la frontera con el país del Bosque. Concretamente cerca de una pequeña localidad que vivía del servicio a los viajeros y diligencias que seguían el camino que vertebraba las antiguas tierras de Konoha.
Mitsuki acababa de dejar atrás el último tramo de bosque, para adentrarse en el pequeño pueblo conocido como Magome. El camino principal lo atravesaba de lado a lado, o al menos eso fue la primera impresión que tuvo la joven justo nada más poner el pie bajo la sombra del cartel que colgaba de un tresaño dando la bienvenida a los visitantes.
Magome estaba compuesto por multitud de pequeñas pensiones que se agrupaban a lo largo del camino, establos donde guardar a los caballos y restaurantes para saciar los variados apetitos de los viajeros. La peliblanca avanzaba deteniendo su mirada en cada uno de los edificios, trataba de encontrar algún tipo de indicativo que marcase la casa del alcalde pues su primera "misión" como gennin consistía en ejercer como mensajera.
Caminar por aquel lugar tan concurrido era un poco incómodo, su aspecto la hacía resaltar demasiado entre la multitud y tantas miradas fijas en ella la incomodaban, por suerte la bandana ejercía casi como repelente de comentarios indeseados, aunque no se libró de todos.
Tras recorrer toda la arteria principal, la joven no había hayado el lugar donde debía de entregar la carta. Había supuesto erróneamente que debía de estar en el centro del pueblo, como en Kusabi o en Uzushiogakure, pero por lo que se ve no tiene por que ser así.
A causa de esto, no le quedó más remedio que adentrarse en el resto del pueblo, donde se encontraba la zona más residencial del mismo con la esperanza de hayar cuanto antes su objetivo